Estoy hasta el moño de atontados de distinto pelaje.
En la entrada anterior me vino un troll, nada menos que dejando la calumnia que ideó el lata de sardinas llamado Julio Alonso Aneiros, al que llevaré al juzgado en cuanto termine lo que llevo entre manos.
Y no irá solo, que tiene compañía con nombre y apellidos.
Francamente, que un cobarde anónimo venga a tu blog a dejar algo que nunca será publicado por dos motivos espatarrantes, a saber, que hay moderación de comentarios y que un anónimo no es nadie. No existe. Menos aún cuando difama, es para sentir pena de semejante elemento que anda histérico perdido, ya sin saber cómo hacerlo para acabar conmigo.
Se pudra.
Ayer, cuando me disponía a salir a comprar me quedé tiesa al no encontrar las llaves de casa por ninguna parte. (Antes de salir siempre me aseguro de llevarlas encima.)
Asombrada y alarmada, remiré decenas de veces en el bolso habitual y los bolsillos de la chaqueta primaveral, la última que usé estos días. En mi estudio y en el recibidor. Nada, ni flores.
Envié un SMS a mi hijo que estaba en casa de su hermana desde el viernes, pero no tenía ni idea.
En estos casos no me subo por las paredes porque es inútil; me siento a reflexionar. ¿Cuando fue la última vez que tuve las llaves en mis manos? ¡Zas!, cuando bajé el jueves con el del presupuesto para la renovación del cableado eléctrico de la escalera.
Me pilló en pijama y bata, así que... me fui directa a la bata y sí, allí estaban las llaves, en el bolsillo.
Esto me recuerda cierta vez, una anécdota de mi ex hace muchos años. Estábamos en su pueblo andaluz, en la casa de su madre allí, pero los dos solos porque allí no vive nadie, es para el veraneo. Tampoco era verano porque debido a su profesión tiene días de "asuntos propios" y entonces no teníamos hijos que fueran al colegio.
Me encontraba en la cocina cuando entró la mar de contento, con unos guantes de esos gordos, de "trabajo", en los que traía unos higos chumbos que había cogido alrededor del río.
La cosa fue luego, que me dijo que no encontraba las llaves del coche. Y estaba alterado, ya lo creo que sí.
Vamos a ver, el coche estaba en el garaje (cochera lo llamán ellos allí), dentro de casa y si en casa sólo estábamos él y yo, debería haberme fastidiado su evidente desconfianza, pero como sé que es tonto de cojones le hice sentar como a un parvulito y le interrogué despiadadamente, ¡juas!
- ¿Dónde metiste los higochumbos después de cogerlos?
- En el maletero.
- Bien. Llegaste a casa, metiste el coche, cerraste la puerta del garaje, ¿y luego?
- Abrí el maletero y me puse los guantes para cogerlos.
- ¿Cerraste el maletero?
- Sí, con el codo, de golpe.
- Pues las llaves están en el maletero por fuerza. Abriste, las tiraste dentro y te pusiste los guantes olvidándolas.
Así fue. Un primo suyo, cerrajero, abrió el maletero y allí estaban las llaves.
Después de esto me dió una copia de ellas. Ainssss...
Sobre la sustitución del cableado eléctrico de la escalera, mi presupuesto es el mejor de todos. Y no se trata de una empresa de medio pelo, es importante, con avales sobrados.
Ya he redactado un aviso informativo con los datos porque la gestoria, realmente no hace nada de provecho.
La última reunión, donde me cayó el cargo encima, fue en febrero y dijeron que en marzo se haría otra para tratar el tema. Nada. Ya estamos en abril y de la gestoria no se sabe si aún respira...
Hace un mes les envié un correo electrónico pidiendo unos datos. Ni siquiera tuvieron la educación de responder como acuse de recibo. Silencio absoluto.
Por fortuna hay vecinos que confían en mí y me apoyan. Hemos quedado en que enviaré el presupuesto y si siguen sin responder, ellos llamarán telefónicamente para pedir explicaciones.
Como ya dije en la otra ocasión, las gestorias son un nido de engañabobos que cobran por no hacer nada, pero a estos los voy a tener en danza durante un año porque están acostumbrados a semianalfabetos.
Será divertido.
Por cierto, le voy a dar un disgusto a la "pilingui" porque, a pesar de ser morosa, intenta que la obra la haga su yerno y... ¡es el presupuesto más caro de todos!
Pobre Encarnita, se va a caer de los tacones de culo, ¡juas juas!