Ha fallecido hoy, 23 de marzo de 2014 y como dije hace unas horas, no tengo nada que reprocharle a lo que hizo y sí mucho que agradecerle por haber manejado el espinoso asunto de la transición como pudo -y le dejaron...-
Esta es mi foto favorita, saltando en defensa del capitán general Gutiérrez Mellado, por entonces ministro de Defensa durante el intento de golpe de Estado en 1981.
Ante las miserables acusaciones que enlacé hace sólo unas horas, añado las reflexiones de Miguel Ángel Mellado, las cuáles se acercan a la verdad de este hombre al que "mataron en vida"
Es sólo una intuición, sin fundamento científico: hoy pienso que si Suárez hubiera vomitado públicamente todo lo vivido en los prolegómenos del 23-F, más lo que dedujo en los días siguientes, consciente ya de la operación urdida contra él como presidente democrático, se habría liberado de los demonios que, como gusanos, horadaron pizca a pizca su mente. Porque del golpe nos han contado un cuarto, como mucho. Un cuarto militar. El resto se lo comió en silencio Suárez. Su discurso de dimisión está repleto de claves encriptadas. Hay silencios elocuentes, al no citar en los agradecimientos ningún nombre propio. Y frases enigmáticas que anticipaban, sin mencionarlo, el golpe en ciernes. «Me voy sin que nadie me lo haya pedido» (sólo podía pedírselo el Rey; ergo, excusatio non petita, accusatio manifesta). «Con el convencimiento de que este comportamiento, por poco comprensible que pueda parecer a primera vista, es el que mi patria me exige en este momento» (¿incomprensible, en ese momento, al no querer decir que se iba para evitar la asonada militar?). «Es necesario que el pueblo español se agrupe en torno a las ideas básicas, a las instituciones y a las personas promovidas democráticamente en la dirección de los asuntos públicos» (¿no, por tanto, a las personas que llegaron o pudieran llegar por maniobras ajenas a las urnas, por más que se presentaran bajo supuestos parámetros de la Ley?). Lo que no contó Suárez y martilleó su mente hasta olvidarlo todo es que en el golpe de Armada estuvo involucrado el aparato del Estado y hubo una trama civil de primer nivel, dentro y fuera de la política. Se tragó como un sapo el otro papel del Rey, de Felipe González, de Fraga, de banqueros como Escámez... Hoy, los aún vivos, derramarán lágrimas en el adiós. Yo no sé si Suárez, hijo de republicano, leyó a Mark Twain, pero se aplicó su consejo: haz siempre lo correcto, gratificará a la mitad de la humanidad y sorprenderá a la otra.
Descanse en paz el mejor presidente de la historia española actual.