lunes, 29 de noviembre de 2010

28-N. Mi jornada de elecciones


Como anuncié el sábado, pasé el domingo en mi colegio electoral como apoderada de PxC.  Entré a las ocho de la mañana y a las diez de la noche estaba en casa, hecha papilla, aunque eso sí, satisfecha. 
Al llegar leí el correo de un amigo que no ví en su momento, el sábado. Decía en él que me llevase el portátil o me aburriría mucho. ¿Aburrirme? ¡Si no paré! Ni fotos hice, aparte de esta en la que estoy con el delegado, Daniel Ordóñez, número cuatro en las listas por Barcelona.

Se pasó sobre las diez de la mañana, si no recuerdo mal, y le informé sobre las instrucciones que me había dado el día anterior. Me había costado lo mío, porque aquello era una olla de grillos donde nadie sabía nada, pero conseguí cumplirlas, aún a costa de que un niñato con el trapo palestino amarrado al cuello se me dirigiese de malas maneras. Pobrecito, iba dándose pisto y no sabía nada de la Ley Electoral.
En realidad, nadie. Cuando quise acreditarme, los responsables se pusieron como locos a rebuscar en el folleto de la Ley esa, porque el que llevaba la voz cantante en el cotarro (PSC), dijo a quien le consultó sobre mí que nada, que un apoderado sólo está para pasearse vigilando y como yo insistí en que se me entregasen las actas del escrutinio de todas las Mesas, tuvieron que empollar a marchas forzadas para saber que cuando un partido no tiene interventor, es el apoderado quien se hace cargo de todo, aunque sin voto. En fin, de pena, un montón de paletos con infulas.

La asistencia fue constante pero fluida a lo largo de la mañana y la tarde, aumentando sensiblemente cerca del mediodía y entre las cuatro y las seis. Entre las dos y las tres, no había más que dos miembros en cada Mesa y -creo- ningún apoderado. Es que no había votantes, todos a comer.
Cada vez que salía fuera a echar un pitillo, tenía que tirarlo para ayudar a subir o bajar las escaleras a abuelos/as con bastón o muletas. ¡Alucinante! Renqueantes, que no se aguantaban ni para andar por la acera, se atrevían con aquellas escaleras. Solos o en pareja, cogidos de la mano, viejecitos encogidos y arrugados, que temía yo que se fuesen ambos escaleras abajo.
Aquello no me cuadraba, así que, pasando de la flamante "organización" socialista, fui a abordar a la hermana lega que estaba en su mostrador del vestíbulo. Pues sí, había otra entrada, por uno de los patios, que daba a la calle de al lado, sin un sólo peldaño. Y estaba abierta.
Conque me posicioné de manera que, cuando se disponían a salir, les señalaba la otra puerta. ¡Ja!, algunos lo aceptaron, agradecidos, pero otros, con la cabeza cuadrada, se empeñaban en arriesgar su vida encarándose otra vez con las escaleras. Pufff...
Y para votar, había que llevarles de la mano a la Mesa que les correspondía. Si llevaban la tarjeta censal, estupendo. Pero muchos no, entonces, con su DNI, tenía que buscarlos en las hojas del censo.
De todas maneras, no eran sólo los abuelos, les pasaba a muchos, de cualquier edad. Me volví loca buscando la Mesa que les correspondía a dos ecuatorianos. Estos me lo pusieron difícil.

El sábado acabé mi artículo diciendo que iba a meterme en la boca del lobo, por los apoderados socialistas y comunistas que observé en las ocasiones en que sólo iba a votar. Pues no. Es cierto que los de este año también se paseaban por allí con absoluta prepotencia y cara de pocos amigos, pero... tantas horas juntos... hubo camaradería y buen humor entre todos, de todos los partidos. Si exceptuamos al niñato del trapo palestino, todos, absolutamente todos, fueron amables, sencillos y atentos. Lo del aire fiero es una pose de cara al "ganado", je je je...
CiU tenía un apoderado negro y cuando me vió la acreditación se puso en guardia... Pero pronto le desmonté la falacia y acabamos haciendo bromas.
Por cierto, a los de CiU les llevaron bolsas con un menú a mediodía, y a juzgar por lo que pesaban, no era ninguna tontería. Se nota que Mas tiene pasta gansa y la usa sin cortarse. Tenemos un President rico, creso y millonario. Lástima que sus súbditos seamos pobres como ratas. Bueno, al fin y al cabo, es lo normal cuando se trata de sátrapas.

En mi condición de representante de PxC recibí efusivos saludos de votantes que no conocía de nada. El primero, un hombre joven, me sorprendió al pasar junto a mí y estrecharme los brazos, al tiempo que me dedicaba unas breves palabras y una amplía sonrisa. No entendí qué dijo, porque no se detuvo, pero la intención fue clara. Después de este, ya me acostumbré. Una mujer charló conmigo. Se me acercó después de votar y empezó diciendo en voz baja (ella no sabía que soy sorda, pero yo sé cuando alguien se preocupa de bajar la voz, hablando confidencialmente): "Son más que nosotros...". Eso parecía, sí, porque la cantidad de sudamericanos y caribeños que votaron me dejó pasmada, no dejaban de entrar. Y el caso es que no sabían a quien iban a votar, ni cómo se hace, ni nada. Tienen derecho a votar y lo ejercen. Y lo ejercen con prepotencia, entrando como reyes, directos a freírte a preguntas para que les ayudes, considerándote a su servicio.

Pero bueno, también recibí un insulto por llevar las siglas de PxC. Una sola persona, una chica rubia, de tez muy pálida. Pasó delante mío, masculló algo sin detenerse, caminando muy deprisa, pero se volvió a mirarme con cara de asco. Le dediqué mi sonrisa más resplandeciente, ¡juas! El chico que la acompañaba no levantó la vista del suelo. Anda que como hubiese vuelto sobre sus pasos para encararse conmigo, el negro de CiU se la hubiese comido.

Hubo una anécdota absurda. Estaba yo en el pasillo, rumiando musarañas, cuando veo pasar a alguien portando una urna. Lo confieso, en ese preciso instante no caí en la cuenta de lo que signifícaba. Pensé simplemente: "¡Anda! ¿Donde va Rebeca con la urna?". Y es que Rebeca era la presidenta de una Mesa, y además, es mi vecina del piso de arriba.
Pero claro, reaccioné enseguida, que las urnas no se llevan de paseo durante las votaciones, conque me apresuré a ir en pos de Rebeca y su urna. Las encontré en las escaleras de la calle, abajo. Para entonces ya había un corro de apoderados alucinando pepinillos. Resulta que un espabilado que acompañaba a un minusválido en silla de ruedas, había exigido el derecho de éste a votar. Por el aspecto del ocupante de la silla de ruedas, me dió a mí que el pobre no tenía idea de lo que es un voto, ni un político, ni distingue un cromo de Bollicao de una foto de su madre. 
Pero no se trataba de esto, sino que el acompañante carota pretendía salir en los medios como ocurrió en otras elecciones, en un caso similar, porque como he explicado, antes, hay otra puerta sin escaleras y nos habíamos pasado la tarde sorteando sillas de ruedas. No le dió la gana de usarla por más que se lo dijeron y Rebequita le siguió el juego.

Ignoro si esta niñata acabará pillándose los dedos, porque la copia del acta de su Mesa no se ajusta a lo estipulado. Parece que haya copiado la cuenta del súper, no ha consignado las cifras en letras y en vez de escribir cero, ha dejado en blanco los espacios que lo contienen. Todos los que se las dan de listos son más ignorantes que una ameba en foto.
¿Que por qué no lo vi cuando me lo dieron? Sencillo, porque cada Mesa tenía un interventor y éste se ocupaba sólo de dicha Mesa, pero yo tuve que ocuparme de nueve Mesas, distribuidas en tres aulas, yendo de una a otra, vigilando el recuento de cada una y, cuando acababan, conseguir la copia, porque se iban a toda pastilla, con las lógicas ganas de acabar la jornada. Sólo esa me la metió doblada.

También tuvimos visita de políticos, como todo colegio electoral que se precie. Poco antes de mediodía vinieron Mario Sanz Sanz, Fernanda Sánchez Alcántara y  otro cuyo nombre no recuerdo ahora mismo. (Lo tengo en la punta de la lengua...) Los tres son altos cargos del Ayuntamiento de l'Hospitalet y me conocen bien. Me reconocieron a pesar de los años transcurridos, pero Fernanda, como siempre, hizo como que no. Siempre ha sido una antipática, con aires de reina de Saba. Mario es más cercano y amable, aunque su tímidez le impide abrirse. El otro es todo lo contrario de ellos, bromista, charlatán, muy simpático. No hizo caso a mi acreditación y me dedicó un guiño, en cambio, a Mario le sentó mal. Lo noté.
Debió considerarlo una traición -no sé por que, yo nunca he votado socialista-. Y es que Daniel Ordóñez contó que cuando se presentó por PxC, le recibieron bastante mal, con recelo, si no claramente con rechazo, así que a Mario le ha sentado como un tiro verme con la acreditación del partido.

Nos hemos quedado a las puertas, pero el resultado no ha sido malo. Sé que las calumnias de la pistolera han influido mucho, pero arrieritos somos y en el camino nos encontraremos porque la verdad acaba imponiéndose tarde o temprano y en las municipales Anglada lo tiene más fácil, dado que estas votaciones para el Parlament han acabado siendo un voto de castigo al tripartit de tal manera, que han desbaratado el curso de los acontecimientos.

En mi siguiente artículo lo analizaré.



4 comentarios:

  1. Una jornada particur como dice el dicho. Una jornada historica.
    PxC no puede mas que ir mas que para arriba, el nacionalismo esta muy fuerte,y Anglada es una variante destacada del esa ideologia.

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  2. PxC irá para arriba, esto seguro.
    Lo que no entiendo es el final de tu comentario porque si al decir nacionalismo te refieres al catalán, es que no te has enterado de nada.

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  3. Un dia señalado....pero ..¿Como habeis permitido que tocara la urna de la mesa?


    Ssaludos

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  4. Angelina, ya digo que la vi pasar y cuando la alcancé, ya estaba abajo de la escalera, a pie de calle.
    Envié un SMS a Daniel, esperando instrucciones. Vino más tarde, pero no juzgó oportuno quejarse.

    En cuanto a los demás apoderados, sólo insistieron en que hay una entrada sin barreras, pero tampoco presentaron queja.

    Son incidencias a las que nadie hace caso, ya sabes, el "buenismo" de complacer a alguien inferior de alguna manera, pero no debería ser así si, como en este caso, no había motivo que lo justificase.

    Salud.

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