De izquierda a derecha, el cónsul de España, Cándido Creis, el alcalde de Miami, y el "sacamantecas" de la Generalitat catalana
Todavía no nos habíamos recuperado de
las risas de que Puigdemon anulase una visita oficial a Marruecos al
no tener intención de recibirle nadie, que va ahora el vice y nos
hace atragantar otra vez de jolgorio. Y vergüenza ajena, como
siempre.
Oriol Junqueras ha ido a Miami para
renovar la colaboración entre sus puertos. Los tres principales
puertos de crucero del mundo se hallan en Florida.
El cuarto, en Europa, es el de Barcelona.
Hasta aquí bien, ya se sabe que ha de
ir alguien de los robaperas, les encanta viajar a costa de los
catalanes. Claro que siempre van los mismos, los que se mueren por
darse importancia y salir en la foto.
La firma de colaboración ha tenido
lugar en el Ayuntamiento de Miami, con su alcalde, Tomás Regalado,
al ser obvio que el acuerdo atañe a Florida, cuyos puertos le
pertenecen. Entonces... debería haber ido Ada Colau, como alcaldesa
de Barcelona, ¿no? Vale, vale, ya sé, acaba de dar a luz. Pero
resulta que tiene a su segundo de a bordo, Gerardo Pisarello. ¿Por
qué no ha acudido él a un simple acto entre ayuntamientos?
Soy tremendamente mal pensada, conque,
una de dos, o el argentino está cagado patas abajo y no quiere salir
de España para volver a pisar el otro lado del charco aunque sea en
otro país, o el flamante vicepresidente de la Generalitat está
ansioso de chupar cámara.
Se aceptan apuestas, ¡juas!
En el acto estuvo presente el cónsul
general de España, Cándido Creis Estrada, algo completamente lógico
al tratarse de relaciones internacionales, conque... Ta... Ta...
¡Chan!, ya tenemos el motivo: “Catalunya és una nació!”.
De risa, de burla y recochineo
superlativos.
Lo malo es que el cónsul también ha
metido la pata:
[Como ha sido norma habitual en este
viaje, en la firma del acuerdo entre los presidentes de los puertos
(¿¿¿Junqueras es presidente del Puerto de Barcelona???), ambos de
designación política, no ha faltado la intervención, o intento,
del Estado, que puso en riesgo la propia firma del acuerdo. El
consulado general requirió al puerto miamense el contenido del
acuerdo y luego trató de imponer la inclusión de una referencia
explícita a que el puerto barcelonés se hallaba en el "Reino
de España", una prevención que a ojos norteamericanos
ha resultado extraña y han desdeñado y que, lógicamente, se
enmarca en el clima de guerra fría entre los gobiernos de Madrid
y Barcelona por el 'procés'.]
En el mundo ya cansa esta pugna de
niños de patio de colegio, haciéndose la zancadilla y dándose
codazos como en un partido de fútbol.
Si los secesionistas hacen el ridículo,
el Estado Español más, por no hacer lo debido: terminar con tanta
zarandaja y aplicar las leyes.
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