EL GRAN HERMANO DEL BOSQUE

Que las cámaras de seguridad nos invaden poco a poco es un hecho que todos podemos constatar día a día. Están en bancos y cajas de ahorro, en edificios oficiales y estatales, en supermercados y tiendas, en el metro, en la calle incluso. A mí me parece muy bien, se ha demostrado su eficacia para perseguir delitos y delincuentes, asesinos incluso. Pero no esperaba que se instalase en bosques. En el Parque Natural de Somiedo (Asturias) se han instalado cámaras de vigilancia con un sensor de movimiento que se dispara automáticamente cuándo un animal se mueve delante de ellas. El proyecto lo desarrolla un veterano grupo conservacionista, el Fondo para la Protección de Animales Salvajes (Fapas). Surgió de casualidad, en Somiedo se refugia la mitad de la población de oso pardo cantábrico y dado lo impenetrable del bosque astur en ésta zona, resultaba muy complicado saber cuántos ejemplares había, por dónde se movían, si estaban bien alimentados y si les acompañaban sus crías, por ello instalaron trampas fotográficas. De la misma manera que no hay dos personas iguales, tampoco hay dos animales iguales y las fotos permiten individualizarlos y controlarlos sin interferir en su vida. Llevan 10 años haciéndolo, pero últimamente aparecen en las fotos animales muy peligrosos: cazadores furtivos armados con escopetas, dando batidas ilegales y colocando mortales cepos. El resultado es tan espectacular que ya piensan en colocar videocámaras a tiempo real conectadas directamente con la Guardia Civil. Me parece estupendo, lo malo es que... la próxima vez que vaya al bosque, me lo pensaré muy mucho antes de meterme en unos matorrales si me asalta una necesidad, je je je...