¿Identificación de usuarios de móviles? ¡ja!

Indulto para la leona (comentarios suprimidos) El rollo este de ir a identificarse por tener un móvil no me resulta más alucinante porque, pobre de mí, carezco de la tontuna necesaria para comprender como rigen cerebros que contienen sólo media neurona. Resulta que ya había leído algo por aquí y por allá, fragmentos a los que no hacía caso porque nada decian en cuanto a informar debidamente. Hasta que anoche encontré una noticia en un periódico digital. El títular era alarmante: Entre tres y cuatro millones de españoles se quedarán sin móvil el lunes. Lo leí detenidamente y sospeché que yo podía estar entre ellos. Charlando con mi hijo, lo confirmé. Él tiene contrato, está añadido al de su padre, pero yo tengo tarjeta prepago. Maldiciendo a todos los demonios, me pregunté por qué no informan como es debido, ya que si a mí se me había pasado por alto a pesar de leer las noticias casi a diario, a ver como se iban a enterar personas que no se preocupan para nada de ello. Mi hijo aventuró: "Creo que llaman por teléfono al usuario..." ¡Plas plas plas! ¡Glorioso! Teniendo en cuenta que soy sorda y como yo, hay millones... Porque el móvil sólo puedo usarlo con SMS, evidentemente. Recibo llamadas, sí, pero las ignoro. No sé de quienes son, pero seguro que de nadie que me conozca. Las ignoro porque no puedo atenderlas, más claro que el agua. Conque allá que he salido, a una tienda de mi compañía, tal como me han dicho que debe ser. De camino, andaba pensando por qué ha de ser la empresa del móvil, si mi tarjeta la puedo insertar en otro de diferente marca y sirve igual... Pero bueno, ellos sabrán. He llegado a la conclusión de que una vez identificado el número, este es el que vale. Aunque por esto mismo, tener que ir obligatoriamente a una determinada firma es una tontería. "El mundo está lleno de tontos", me he dicho. Y eso que no sabía lo que me esperaba. La tienda cercana a mi casa estaba cerrada. Pues vaya, un sábado por la tarde y en plena avenida comercial. Se debe haber muerto el gato... La siguiente más cercana me suponía una excursión de cuatro kilómetros, dos de ida y dos de vuelta. Estando bien, dos kilómetros me los zampaba en 20 minutos, pero ahora resultaba un palo muy fuerte. En fin, todo sea por no perder el móvil, que buen servicio me hace. Me he dirigido a un centro comercial. Tres empresas distintas y unas colas como si fuesen para Papá Noel... Qué suerte, la mía era muy corta, apenas salía de la tienda, mientras que las otras dos se alargaban y alargaban. Le he pedido la vez a un chaval muy educado que se ha preocupado de que le entendiese cuando le he hecho unas preguntas. Luego he sabido que guardaba la vez a su madre, cuando ha llegado esta. Pero señor, cuando hemos llegado ante el mostrador... En un extremo, una empleada atendiendo las compras, y en el nuestro... NADIE. Tal como suena, nadie. Nadie para atender ni explicar nada. Vimos que los que iban delante nuestro escribían sus datos en un folio, lo dejaban en un montoncito y se iban. El chaval y yo miramos esos folios, a ver si nos enterábamos de algo, porque a la empleada era imposible preguntarle nada. Constaban nombre y apellidos, domicilio, DNI y número del móvil. Yo me quedé indecisa, no acababa de verlo claro. Me pasaron otros que iban detrás, pero no abandoné mi puesto. Y ahí constaté el horror: no había más impresos -que se ve, tenían en principio-, ni folios en blanco. La gente cogía un papel cualquiera, ya rellenado anteriormente por otro usuario, LO TACHABA y ponía sus datos al dorso. No encuentro palabras para calificar esto. Nos obligan a ir a dar nuestros datos con la amenaza de quedarnos sin número si no lo hacemos, y luego nos dejan tirados de cualquier manera. No sólo no comprueban que los datos sean ciertos, mediante el DNI, sino que estos datos los dejan a la vista de todos, por no hablar del hecho de que sean anulados por otros usuarios y que por lo tanto, no consten y estas personas pierdan su número. Es completamente alucinante. Estamos rodeados de locos y de sinvergüenzas que nos exigen sin preocuparse del como ni la efectividad. Se imponen por la fuerza, pero sin poner los medios debidos y luego la culpa es siempre tuya y nada más que tuya. ¿Hasta cuando?