Tonterías de domingo

He vuelto a recibir la visita del de la foto. ¿De verdad tengo "eso" cerca? Vaya a saber, igual sí. Hay tantos anormales a nuestro alrededor, que puede ser cualquiera, tal vez el vecino que nunca te mira, rehuyendo la vista y si le hablas, preguntándole algo de la comunidad, se pone nervioso, sudándole la calva.

Este (al que no publico, obviamente), viene a pontificar y darme consejos. Ahí va el mío: abre un blog y da la brasa en él, anormal. Ah, no, que nadie te lee, claro. Se siente.

Bueno, ya ha tenido su medio minuto de gloria, vamos a otra cosa.

He dado un vistazo a la web El Jueves para reírme un rato y he repartido unos cuantos bufones rojos y verdes. Sólo se puede votar una vez, así que me he quedado a un paso (lo he dejado en 0 puntos) de eliminar a uno que se permite criticar a Edgar por publicar diariamente a las seis de la mañana. ¿Y a ese qué le importa, el horario de la gente? ¿Le paga él por horas? ¿Al redactor de una revista? Joer, cuanto enfermo suelto.

La verdad es que no tiene nada de divertido ver los comentarios que dejan. No entienden que se trata de una publicación de humor y se pelean cosa mala, debatiendo cual tertulianos de política. ¡Qué aburrimiento!

Cuando la cosa va de Intereconomía, echa humo y yo me desternillo de risa porque, tanto criticar el medio, y por los comentarios se nota que están allí amorrados.

No sé de qué hablan porque no asomo la nariz por allí desde que me eliminaron comentarios defendiendo a la PxC, pero ellos lo saben todo, todito. Criaturas.

Tengo que hacer unas fotos. De hoy no pasa, pero me da pereza. Intenta meter a la gata asesina en la habitación, ¡ja!, entrará si quiere, si no, te jorobas. Y el caso es que más de una vez ha salido en las instantáneas sin contar con ella porque se acerca a chafardear donde no debe. Hale, foto a la porra, aunque el motivo hubiése salido bien.

Eso la asesina, que el otro, el cochino, ya me ha dejado el monitor del ordenador para tirar. El segundo. Este aún funciona, pero no veo el final de la pantalla porque la mancha negra, producto de sus cochinadas sobre ella, ha crecido tanto que no puedo leer el final de algunas páginas y para cerrar la sesión, ¡ja!, tengo que usar la técnica del buitre, moviendo el cursor pacientemente, a ver si atino con la pestaña, completamente invisible para mí.

Ayer salí a por tabaco a la avenida comercial, único sitio donde el estanco abre sábados por la tarde. Narices, en verano no. Menos mal que, rebuscando en los bolsos, he encontrado un par de paquetes, ¡hurra! La de cosas que he perdido por tener semejante colección de bolsos, pero bueno, también encuentro otras, je je je...

Ya puestos, me dispuse a comprar un monitor nuevo. Pues no, la única tienda de informática que había en mi barrio ha cerrado definitivamente y en las dos grandes de todo tipo de electrodomésticos, en una no tenían nada de este tipo -informática- y en la otra apenas quedaban cuatro cosas. Un único modelo de monitor, muy pequeño, como los de los portátiles grandes. Conque volví a casa frustrada.

Charlando con mi amigo El Periódico del Prat, me dijo que me deshiciése de los gatos, contesté que era imposible, que mis hijos los adoran (yo los regalaría, claro), y su respuesta me hizo reír a carcajadas: "Dísecalos y se los regalas". ¡Ja ja ja! Lástima, no colaría.