Ya he mejorado la visión y el globo ocular está rosado en vez de rojo rubí, va mejorando, igual que los parpádos que ya no se lo comen.
Pero el viernes me fastidió la dentista, negándose a hacerme el empaste. "Esto es muy contagioso" me dijo. Sí, chica, ya lo sé, me lo dijo la oftalmóloga y tomo toda clase de precauciones. A mi hijo le clavé cuatro gritos porque usa cualquier toalla que vea. En el baño, el toallero tiene cuatro barras nada menos, por cuando éramos cuatro en casa, que siempre he intentado inculcar que cada uno la suya. Pues no, el chaval las usa como Klinnex, moja la suya y toma otra de la barra en vez de cogerla limpia del armario, ainsss...
Creo que esta vez he conseguido meterle el miedo en el cuerpo con mi ojo y espero que de ahora en adelante adquiera hábitos más higiénicos.
En cuanto a la espachurrabocas, ahí sentada, con su sonrisa bobalicona (es joven, una nena), me dijo que esperemos... Namierda voy a esperar más, que va para dos años, pagada la totalidad por adelantado. Le dije que la semana que viene iré con el ojo tapado y listos. Accedió. Si es que cuando alguien es inútil, lo es hasta el piloro porque esto lo podría haber propuesto ella, pero no, se me ocurrió a mí y fue acertado al haber accedido.
Por la Red lo habitual, el coñazo troll más histérico que nunca, que en nada le puede dar el arrechucho y quedarse en una silla de ruedas babeando por la comisura de los labios. Aunque no creo que sea mucha diferencia a su vida actual, ahora babea frente al teclado.
Cathonys ha ido a la Comunidad a hacer un poco más el
ridículo. Debe ser masoca como el troll. No entiendo a esta gente, me resulta sorprendente su mentalidad, retorcida, mezquina y odiando de manera personal hasta el punto de provocar pena ajena en quienes tienen la desgracia de leerles.
El lunes es la Mercé. Recuerdo cuando desfilaba en ella con las Majorettes de Barcelona. Era magnifíco porque formábamos varios grupos, abanderadas, moteras, exhibicionistas, tropa... Yo era exhibicionista, marchaba frente a la tropa que dirigía una capitana, tiraba el bastón al aire y realizaba una coreografía.
El primer año, marchando ante las gradas del público, alguien tiró una bola de papel o lo que fuera, no sé, pero me giré por instinto y vi a mi familia aplaudiendo a rabiar. Lo curioso es que, comentándolo luego, ellos no habían sido, mi madrina me dijo que se sorprendieron de ver que me giraba y les saludara con la mano. Misterio.
Lo que no tiene nada de misterio es lo que pasaba en el comedor. Las actuaciones eran dos, por la mañana y por la tarde y a mediodía nos llevaban a un restaurante para comer. Aquí solía haber incidentes porque mis compañeras de las de Barcelona, no se puede decir que fueran muy educadas precisamante. Había otros grupos, como las de La Catalana de Gas y también de fuera, de comarcas.
Las de Barcelona se creían las reinas del mambo y se divertían tirando migas de pan mojado a las de Catalana de Gas, a quienes consideraban rivales. Un asco.
Milagros. Esta fue una compañera, pero de esas que cuanto más lejos mejor... La primera vez que coincidí con ella estábamos en el mismo grupo y ahora no recuerdo por qué, nos vimos las dos en la calle, en el Paseo de Gràcia, creo. Sé que ibámos al restaurante, que el autocar nos había dejado un trecho más atrás y como yo no sabía cual era, me pegué a ella. Coño, se pavoneaba cual reina de Saba. Se agachó en un portal para atarse la bota (eran de cordones, hasta la rodilla) y yo, tonta de mí, me puse detrás suyo para que no se le viese el culo en medio de la calle, el cual mostraba sin pudor. Al incorporarse ya constasté mi error viendo su expresión: le había fastidiado la exhibición de su culo.
En otra edición, esta mostró su felonía cuando yo iba de capitana de abanderadas. Me pasé días aleccionando a estas para que no se limitaran a empuñar una bandera sin más. Creé una coreografía para que se movieran durante el desfile, intercambiando sus puestos, avanzando y retocediendo a golpe de mi silbato.
Perfecto por la mañana. Por la tarde fui relegada a otro puesto y Milagros, que había sido una abanderada más, ocupó mi lugar. ¡Uy!, la que se armó: "¡No queremos a Milagros! ¡Queremos a la capitana!".
Roberto y Juanito, el hijo del dueño de la empresa, alucinaban pepinillos en vinagre. Nunca se habían encontrado con semejante rebelión, je je je...
Hoy día las majorettes son impensables en las fiestas catalanas, a cambio tenemos la capoeria y varias costumbres más de por ahí, caribeñas, marroquíes, sudaméricanas... ¿Esto es catalán?... No, pero les da votos.