El otro día tuve que ir al ambulatorio después de sufrir un intento de violación en mi escalera.
La verdad es que siempre había pensado que en el supuesto, me sería fácil repeler la agresión, pues no ando falta de recursos y un amigo profesor de kárate y policía me enseñó unos buenos trucos. Pero todo falló al ser el sujeto alguien de confianza, muy cariñoso siempre y divertido, vamos, del que no desconfiaba en absoluto. Además del factor sorpresa, le añadimos su fuerza brutal y la presión que ejerció, imposibilitándome reaccionar. Ni siquiera grité, anonada por el dolor.
Tranquilos, pongo su foto:
La foto es de internet, pero es así, un perdiguero joven como el de la imagen.
¡El joío perro de la vecina de arriba, la "tacones"!
Esa tía va a acabar conmigo, si no en verano, cuando sacude su sábana usada en mi ventana, cegándome con los residuos corporales, ahora lo intenta en invierno con el chucho violador.
Lo llevaba la hija, que no es muy normal precisamente... Cuando entran en el portal le sueltan la correa y lo dejan subir solo. Bajaba yo, cuando me lo encontré en el rellano inferior al mío. Se puso a hacerme zalemas, como siempre. Le dije que "Venga, para arriba, que te esperan", porque a menudo la hija no sube, espera que la madre lo recoja y ella se va.
Pues se ve que siendo yo tan simpática y guapa, me había echado el ojo y ya no se pudo contener. Se aferró a mi pierna y casi me caigo del dolor porque me clavó la pezuña que corresponde a nuestro pulgar, con tal furia que me hizo un par de agujeros sangrantes.
¿Cómo desprenderse de un animal que tienes a la altura de los muslos y que sabes que su cabeza es tan dura que soporta incluso martillazos? Y no me valía "parlamentar" con él porque estaba ciego de pasión.
Retorciéndome de dolor, vi asomar la cabeza de la chica, subiendo tranquilamente. Me vió, obvio, me vió de esa guisa, pero no reaccionó en absoluto y tuve que llamarla, que se apresurase. Cuando llegó a nuestra altura, mirando con su cara bobalicona, lanzó un grito y el chucho me soltó. Me sabe mal hablar de ella porque cuando digo que no es normal es así, de nacimiento. Su madre compró el perro por esto, como terapia y parece que va bien, está más tranquila. Pero señor, después de esto, no creo que el animal esté en buenas manos por la calle.
Sólo acertó a balbucear un "Lo siento" y subió mientras yo cojeaba, con un dolor espantoso, hasta el ambulatorio.
La enfermera llamó a la doctora cuando mostré las heridas. Ambas se alarmaron mucho al saber que había sido un perro. Cuando quedó claro que no me había mordido y que tenía dueño conocido, la enfermera me hizo una cura y me dió material para que lo hiciera yo posteriormente, asegurándome que había tenido mucha suerte. También dijo que si se hinchaba o veía algo anormal, fuera de urgencia inmediatamente.
A la vuelta subí a casa de la vecina. Tardó en abrir -como siempre-, pero esperé imperturbable tres o cuatro minutos. Abrió escondiéndose tras la puerta, con un salto de cama de tirantes finos o algo así... Coño, que eran las siete de la tarde, seguro que no la había despertado y además, con el frío que hace...
Le pregunté si su hija le había contado lo del perro y dijo que no. No me extrañó en absoluto. Se lo expliqué, diciéndole que era para que lo supiese por si pasaba algo porque las heridas no eran simples arañazos. Nada, con una sonrisa de oreja a oreja, me dijo que su perrito "sólo juega"... ¡La madre que la parió! Esta es la misma que me inundó el baño y el lavadero no queriendo cerrar la llave de paso del agua porque tenía puesta la lavadora, que la cerraría cuando terminase. Me pudrió los bajos de las puertas y se desprendió el falso techo de lamas metálicas por el peso del agua acumulada y la tía se quedó tan pancha, hasta que llamé a la Guardia Urbana que subió a conminarle a cerrar el agua. ¡Cómo se puso! Se dedicó a intentar que los vecinos me denunciaran con argumentos harto peregrinos, sin contar con dos factores, que fui informada de ello por los mismos vecinos y que a mí se me respeta y aprecia, algo que ella no puede decir porque es insufrible como vecina.
No me dan miedo los animales, me gustan mucho, pero si esta mujer no razona, acabará teniendo un serio problema con su perro porque es posible que la siguiente víctima del chucho violador no se lo tome igual que yo o que pase una desgracia porque hay un vecino anciano y enfermo que se dedica a subir y bajar lentamente un par de pisos por hacer un poco de ejercicio, ya que no se siente con fuerzas para salir a la calle.
Lamentablemente, personas como esta mujer hay muchas y su fuerza reside en que los demás callan por no tener problemas, sin darse cuenta de que a la larga puede surgir uno de muy gordo que afecte a cualquiera de los que usan la táctica del avestruz. ¿No querías problemas? Pues toma, cuatro, uno detrás de otro.
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Toma, problemas. Lo he dicho y aquí están.
Esta mañana, al subir a casa, había dos mujeres llamando al timbre de mi puerta. Les he dado los buenos días y preguntado qué querían. En ningún momento he sacado la llave ni, por supuesto, he abierto la puerta, porque se veían bastante alteradas, aunque una de ellas se ha mostrado más amable al decirles que soy sorda, pero la otra iba muy lanzada, con el móvil en la mano, consultándolo y gruñendo no sé qué.
Me ha costado bastante entender qué querían realmente porque no se aclaraban ni entre ellas, discutiendo a toda pastilla.
Finalmente ha quedado claro que pretenden alquilar el piso debajo del mío, y resulta que han encontrado su baño dañado por filtración de agua, conque venían a preguntar si tengo escapes.
¡La caraba! No, yo no los tengo, fue "la tacones" quien me inundó en su día como cuento arriba, y se ve que de mi piso pasó al inferior. De ello hace dos años, pero ese piso ha sido ocupado sucesivamente por inmigrantes en plan "piso patera", conque ninguno se quejó del estado del baño, hasta que han llegado estas autóctonas y han querido aclararlo para que no les den gato por liebre.
Ha abierto la puerta mi vecina de enfrente, actual presidenta de la comunidad, a la cual les he remitido en principio, cuando me liaban con los pisos, y ha corroborado lo que pasó, ya que no sólo me ayudó dándome revistas con las que absorber un poco el agua, ya que tuve que vaciar el armario de toallas limpias para hacer un dique e impedir que el agua entrase en el comedor, sino que ella misma llamó a la Guardia Urbana para que ordenasen a "la tacones" cerrar la llave de paso.
Nunca lo olvidaré, toda una noche y medio día cayendo agua de arriba en un diluvio infernal, la tía no abría la puerta. Mi hijo se quedó la noche en vela, atento a oír los tacones en la escalera. Por la mañana la pilló, se lo dijo y sí, cortó el agua, ¡pero sólo un rato porque la burra puso su lavadora y el diluvio volvió a producirse!
Ahora, dos años y medio después, pueden exigirme daños por algo que cometió esa fulana, a no ser que pueda demostrarlo. Ignoro si los agentes de la Urbana lo hicieron constar, quiero creer que sí, ya que me pidieron el DNI, pero a mí no me dieron ningún documento para que lo firmara.
Resulta exasperante darte cuenta de que debes exigir hasta por lo más nimio, sin confiar nunca en nadie. Piensas que todo está claro y resulta que no, que se trabaja mal, muy mal.