Otoño caliente en Cataluña

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La deplorable actuación del tripartito, con su mal hacer económico, la imposición del catalán en todos los ámbitos, multando a los comercios, y sobretodo, la inexplicable política de puertas abiertas de par en par a la inmigración, en menoscabo de la población autóctona, ha conseguido que lo tengan muy negro para repetir. 

CiU tampoco lo tiene fácil. Es un partido que no apetece a millones de catalanes. Jordi Pujol dejó su impronta bien marcada en él y el eco los escándalos económicos todavía no se ha desvanecido.

El PP nunca ha tenido presencia palpable en Cataluña, ha sido rechazado sistemáticamente por los ciudadanos y su alianza con CiU permitió a Pujol gobernar, pero nada más.

En esta ocasión todos los partidos catalanes están en alerta máxima y lo gracioso es que lo demuestren simple y llanamente al no mencionar nunca -ni de casualidad-, al objeto de sus pesadillas: Plataforma per Catalunya, PxC.

El PP es el que más acusa este golpe porque sabe que sus hipóteticos votantes preferirán la formación de Josep Anglada. Que a estas alturas de la película, Alicia Sánchez-Camacho se haya puesto a ofrecer propuestas de PxC lo dice todo. Durante años, el PP no se ha preocupado en absoluto de Cataluña, se ha paseado por ella como quien está de visita turística y ahora quiere recuperar el tiempo perdido.

En realidad, ese ha sido un primer intento, pero viendo que no va a dar resultado, ofrece un pacto a Mas. Eso sí, a cambio de formar parte del gobierno.

"Con doce diputados, dos menos que ahora, el PPC fue decisivo para que CiU gobernara, sin entrar en el Govern, y sin departamentos ni coches oficiales, pero el PPC ya ha asumido esa fase política, y nuestro voto vale lo mismo que el de otros partidos, por lo que el momento político ahora es diferente", ha aseverado Sánchez-Camacho en una entrevista en una emisora de radio recogida por Efe.

Nada que objetar a las aspiraciones de esa señora; cuando alguien ofrece un cambalache, es lógico que pida lo que le apetezca.

Al resto de trileros tampoco les llega la camisa al cuerpo, por esto la consigna es clara: PxC no existe. No hay que nombrarlos. Lo mismo hacen los medios de comunicación, a pesar de que lo que los ciudadanos palpamos en la calle y en los foros les desautoriza. Están manipulando la opinión pública al ocultar un dato signifícativo y harto importante. Por desgracia esto nos es tan normal como el comer y el dormir. Las manipulaciones y chanchullos están a la orden del día entre medios y políticos.

Se acusa a PxC de ser racista, xenófoba y de extrema derecha, vamos, la habitual argumentación de la extrema izquierda: socialistas, comunistas y radicales. Yo te escupo, tú me escupes. A ellos se les puede acusar de proetarras, proterroristas islámicos y amigos de tiranos dictadores. ¿Quien da más?

La aceptación masiva de inmigrantes, dotándoles de toda clase de ayudas sociales y acceso libre a servicios asistenciales, en detrimiento de los catalanes que han cotizado y ahora, con la crisis, necesitan ayuda y les es negada porque "no hay para todos", obedece innegablemente a la cosecha de votos. Es más fácil que te dé su voto alguien contento y agradecido, que no sabe nada de la política del lugar donde ha ido a parar, que batallar por él entre los que ya te conocen sobradamente y no piensan dártelo. Así de claro.

Si a alguien se le puede llamar racista y xenófobo es a los políticos de izquierda que priman a los inmigrantes por encima de los autóctonos. Permitir que la vida habitual de los ciudadanos se vea alterada hasta cotas insospechadas por hordas que invaden la vía pública obstaculizando el paso incluso a las viviendas, es una clara discriminación por motivos de raza y credo.

Los catalanes hemos llegado al colmo de la paciencia al ser tratados como ciudadanos de segunda en nuestra propia casa, así que PxC obtendrá muchos más votos de los que se imaginan todos.

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