viernes, 27 de febrero de 2009

ICAM (Institut Català d'Avaluacions Mèdiques)

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AVISO

Hay una persona que usa mi identidad, con el mismo nick y avatar, para insultar a otros usuarios. ___________________________________________________________________

Yo acuso

Mi caso es uno más de los trabajadores enfermos pisoteados por este organismo. Llevo varios meses de baja. Primero fue un día en que no podía levantarme de la cama, tal era el dolor de cintura para abajo que me impedía andar. Por la tarde, a arrastrarme hasta el ambulatorio. Ibuprofeno para el dolor y 24 horas de reposo. O 48 la semana siguiente. Y más Ibuprofeno. Una semana de reposo quince días más tarde y venga hincharme de Ibuprofeno. Y así mes tras mes, con bajas constantes por este motivo.

Finalmente caí en la depresión. Fueron varios los factores que se unieron para ello, el último, el detonante para que todo se hundiese a mi alrededor y ya no tuviese quien me tomase de la mano diariamente, me aconsejase y animase.

Como digo, la seguridad social nunca ha mirado el motivo de mi constante perdida de movilidad que gradualmente ha ido a más hasta el punto de que andar unos metros ya me supone tener que acostarme al llegar a casa y no levantarme en diez o quince horas.

Hasta ahora tenía la baja, extendida por el médico de familia, hasta el 15 de marzo. Pero el día 19 se me citó al ICAM. La doctora que me atendió me hizo desnudar delante de un gran ventanal sin cortinas ni persiana, donde enfrente se puede ver otro edificio con ventanas, conque si allí, a alguien se le ocurre fijarse... Primera humilliación. Me hizo dar cuatro pasitos de puntillas y cuatro de talones que, naturalmente, no pude, perdiendo el equilibrio y teniendo que agarrarme a su mesa. Tendida en la camilla, me estiró las piernas del derecho y del revés.

Una vez vestida, me firma el alta y me dice "Mañana va usted a trabajar". Tardé unos segundos en reaccionar, como si no hubiese entendido lo que me había dicho. ¡Pero si no puedo andar ni medio kilómetro sin quedar agotada! Nada que hacer. Y además, una orden expresa para el médico de familia: tiene prohíbido extenderme la baja, sólo puede hacerlo la doctora del ICAM.

Vamos, que la prepotencia y avasallamiento están servidos. Ni que me caiga por las escaleras del Metro y me rompa una pierna, no me pueden dar la baja... Además, el ICAM está de mi casa lo que se dice allá donde el Cristo perdió la alpargata, con transbordos de Metro, lo que supone caminatas.

Día 19, recordemos. Llegué a casa a las 15:00, agotada, y me acosté, durmiendo 15 horas seguidas, sin pastillas ni zarandajas, de puro agotamiento. A las seis de la mañana del 20 me levanté y me dirigí al trabajo, pasito a paso (Cuando estaba bien, con levantarme a las siete tenía suficiente) Estuve en tris de caerme en una calle en obras, con el suelo desigual y de noche. También en las escaleras del Metro, donde la gente va corriendo a esta hora punta y te roza y empuja.

Pasé las seis horas de jornada caminando por todo el pabellón, cargando peso. Cuando volví a casa, más transbordo, más hora punta (sin poder sentarse), no podía con mi alma. No caminaba, arrastraba los pies. Subir los tres pisos de mi casa me supuso una tortura increíble. Me era imposible alzar los pies para ponerlos en los peldaños. Abrí la puerta y entré llorando a lágrima viva, no soportaba el dolor, algo que a mí nunca me ha afectado. Me acosté de nuevo. Eran las 15:00 como el día anterior. Hasta las seis del día 21, sábado, que tenía guardia y debía acudir. Fue imposible, me levanté y volví a caer en la cama, pues las piernas no me sostenían.

El lunes fui al médico de familia que me confirmó su imposibilidad de hacer nada ante la orden del ICAM. Bien, le pedí entonces que hiciese el favor de hacer su trabajo y ordenar que me hiciesen pruebas para saber el motivo de mi incapacidad, no sólo para andar, sino incluso para mantenerme de pie más de cinco minutos sin que empezase el dolor. Su respuesta fue que "eso es muy fificil..." Así como suena. O sea, la seguridad social está sólo para recetar pastillas para la tos, jarabes para el resfriado, calmantes para el dolor... pero nada más. Otra cosa, para darme la baja, el ICAM exige un informe del médico de familia donde pruebe el motivo por el que la necesito. Obviamente, este no tiene nada de qué informar si desconoce lo que me pasa por no preocuparse en averiguarlo.

Mi situación actual es de alta médica, pero no acudo al trabajo al serme imposible fisicamente. Tampoco soy fija, sólo contratada, así que ya veo claro mi destino: a la calle. Y seguramente sin derecho al paro. Divorciada y con un hijo menor a mi cargo, el panorama no es para salir de la depresión precisamente.

Ayer, el médico de familia se dignó hacer un "informe" (lo entrecomillo porque, obviamente, no dice nada, aparte de la medicación que tomo), y la petición de baja que la... la... eso... del ICAM tenía que validar. Esta mañana me he presentado en el nido de víboras con el documento. Nada que hacer. Esa señora me ha hecho desnudar una vez más ante la ventana abierta y ha solicitado a un colega que me examinase. Este ha hecho lo mismo que ella el día 19, pasitos de puntillas y de talones que no he podido realizar; estiramientos de piernas y martillacitos en las rodillas. (La izquierda bien, se ha alzado la pierna, pero la derecha, por más que la ha aporreado, nada. Es que tengo el menisco roto y ya se lo dije)

Mientras me vestía, el médico me dice que todo está bien. Le pregunto que por qué entonces no puedo andar. "Usted puede andar" Hombre, vaya... claro que he entrado allí por mi propio pie. Nadie me ha llevado en brazos, aún puedo andar. A lo que me refería es a que a la media hora de hacerlo el dolor sea insoportable y acabe impedida. "Ibuprofeno", ha sido la panacea que la señora esa ha mencionado.

No hay baja. Por narices.

La prepotencia del ICAM es histórica desde que se creó. No hay más que ver la carta de este enlace, pinchar aquí . Leer los testimonios de los comentarios al final de la carta, no tienen desperdicio. O todas las doctoras de la institución son iguales, o esa que mencionan es la que me des-atendió a mí.

Como se puede comprobar, el ICAM es una máquina de destruir trabajadores, en connivencia con la seguridad social. Y el Gobierno desatiende, tanto a sanos como a enfermos. Mano de obra no les faltará nunca. Los que no podemos realizar un trabajo, ni se preocupan de solucionar la dolencia, a la calle, que hay cola para ocupar el puesto.

Y para acabar de redondear el pozo, ha venido mi hermano para un asunto familiar referente al chalet que tenemos alquilado a un tercero. Se advirtió al inquilino que la chimenea estaba rota y no podía usarse. Lo aceptó. Pero el 6 de enero le dió por encenderla, con lo que provocó un incendio. Las fotos que me ha traído son escalofriantes. Para llorar.

Pero eso no es todo. El individúo no paga la mensualidad desde hace meses, y a pesar de ello, ¡nos ha denunciado por no haber reparado aún los desperfectos! ¿Cuesta creerlo? Pues es así. Es lo que tiene alquilar una propiedad, el dueño está totalmente indefenso gracias a las leyes de las que gozamos.

¿Más? Sí. Mi hermano me ha notificado que tiene cáncer.

Bonito pozo, oscuro y acogedor. Invita a quedarse dentro para siempre.