domingo, 17 de mayo de 2009

Acordes de guitarra

Mi hijo ha querido enseñarme la última música que ya domina. Con la palma de mi mano pegada a su guitarra y los ojos cerrados, he podido sentir la música. Luego ha querido que mirase como se mueven sus dedos, ágiles, por las cuerdas. Me ha llenado de ternura ver su cara, el esfuerzo que hacía, y le he dicho que cuando no saque la lengua, lo filmaré y lo pondré en mi blog... Naturalmente, se ha apresurado a decirme que puede tocar sin sacar la lengua... y lo ha hecho con la boca firmemente cerrada, los labios hacia adentro, je je je...

Unos de los acordes que ha interpretado son de Paco de Lucía. Me lo ha dicho al acabar porque le he expresado que esa era la que más me había gustado. Otra era "Un ramito de violetas" y se ha extrañado de que no la conociese, que no conociese la música, quiero decir. Hijo, tampoco soy tan vieja... Crecí con mucho contacto con mi tío materno; él un adolescente aporreando la batería y yo, que no levantaba un palmo del suelo, siempre metida en su habitación, entre la batería, las guitarras, y discos del Dúo Dinámico, José Guardiola, Antonio Machín...

La voz de Antonio Machín no se me olvidará nunca. Años y años hace que dejé de oír, pero aquella voz es inolvidable. Me ponía el vello de punta en Angelitos Negros y me alegraba el corazón con Mambo y Pachanga. He de reconocer que no entendía casi nada de las letras de las canciones, era demasiado pequeña, pero me dejaba llevar por la música y el ritmo.

En una ocasión, mi tío preparó una "actuación". Ambos interpretamos a dúo "Dí, papá" de Guardiola. Vinieron la familia, los amigos y vecinos del barrio. Traían sus sillas... El comedor del abuelo estaba a tope, todos espectantes. Era un piso de Barcelona, de esos antiguos. No había puertas, un pasillo cruzaba todo el piso, de punta a punta, desde la entrada hasta la galería. La pieza que estaba a continuación del comedor era la cocina, y después de esta, la habitación de mi tío. Allí nos mantuvimos los tres, ýo, él, y mi madrina para sujetar el microfóno, pues yo ni podía con él, je je je... Mi tío cambió parte de la letra, y en vez de cantar yo "Dí, papá", decía "Dime, tío". ¡Menos mal que en aquella época, eso de "tío" no tenía el significado que ahora! ¡Ja ja ja!

La cosa es que al acabar la canción, un atronador aplauso me hizo dar un respingo. Había estado "concentrada en el camerino", y no sabía la de gente que había en el comedor... Fue muy bonito, lo recuerdo con mucho cariño. Y ahora, gracias a mi hijo, puedo oír la guitarra poniendo mi mano en ella.

(Fecha real, 13 de marzo de 2008)

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