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El martes asistí al tercer juicio de los que llevo en mi vida. Y cuando digo asistí, se refiere a que estaba citada para ello porque, por si muchos no lo saben, no permiten público, ni acompañantes ni nada.
En el primero, yo era la parte denunciante y pagué la novatada. Nadie me dió instrucciones. Empecé con un abogado de pago que resultó ser una buena pieza. Un sinvergüenza que me dejó plantada una semana antes del juicio, siguiendo instrucciones de su amiga, una "ahijada" de José Luis de Valero... Eso sí, no se olvidó de pasarme los honorarios por un trabajo que no había hecho, pues yo misma tuve que corregirle varias veces los gazapos que metieron sus becarios de tres al cuarto en los borradores.
Acabé con un abogado de oficio, deprisa y corriendo, que no se enteraba de nada por haber aterrizado en el caso con urgencia y porque el abogado sinvergüenza se quedó con parte de la documentación que le di, no añadiéndola al legajo depositado en el juzgado.
¿Por qué pagué la novatada? Porque quienes nunca han participado en un juicio sólo tienen referencias de los de peliculas y series de TV. Creí, alma cándida, que debía limitarme a responder con un NO o SÍ a las preguntas (Tantas series yankis...) y que luego ya me dejarían explicarme, según los testimonios de otros. Resultó que no, que no volvieron a interpelarme.
Perdí. Y apelé, segura de que la siguiente vez no me pillarían desprevenida. Pero... Tarde, tarde, tarde. La persona motivo del litigio -sí, una persona indefensa, secuestrada y maltratada-, murió antes.
Es una espina que se me ha quedado clavada porque prometí a esta persona que la libraría de las garras de sus maltratadores. Y llegué tarde gracias a una alimaña llamada Patricia Montero Deu.
En el segundo caso fui cómo imputada. Acusada. El denunciante se cagó por las patas abajo al ver el cáriz que tomaban los acontecimientos. Sabía que había mentido y que yo le desmontaría sus embustes en un pis pas. Retiró la denuncia, pero el fiscal no se lo permitió y llegó el juicio.
El denunciante me había pedido perdón muchas veces y estaba anonadado porque eso que llaman "justicia" siguiese su curso. Le dije que para otra vez lo tuviese en cuenta, que no se puede jugar a querer asustar a alguien y luego mojar los pantalones al ver que va a salir perjudicado por haber mentido.
Este juicio duró muy poco. No había testigos, era una palabra contra la otra. Recuerdo que al llegar al juzgado, cuando mi abogada me recibió con unos besos y me invitó a sentarme en un banco en el exterior de la sala, en el banco de al lado, un tipo con la "bata" pareció muy interesado en mí. Luego supe que era el juez, al empezar el juicio.
Mi abogada me propuso un trato. Me negué airada. Se trataba de que dijese "una mentirijilla sin importancia" para que las dos partes saliésemos airosas y se acabase el asunto de una vez por todas. La "mentirijilla" también implicaba al denunciante y éste accedió inmediatamente. Yo no. La chica -pues es joven-, insistió en que era la única manera de dar carpetazo al asunto sin que nadie saliese perjudicado.
Mosqueada, le pregunté si el juez sabía que era mentira. Me dejó a cuadros al responder que ¡claro!, era él quien me aconsejaba decir esto. Desde luego...
Dado que el denunciante estaba arrepentido desde hacía tiempo y que no soy vengativa en absoluto, accedí finalmente. Si era cosa del juez, allá él.
Mi abogada me había dicho que era un buen tipo y podíamos confiar en él, pero no me lo pareció cuando se negó a permitir que me acompañase un intérprete de sordomudos. ¡Manda huevos! El chico estaba allí, con nosotros, solicitado por mi abogada, pero el juez le denegó la autorización para estar en la sala. Hecha una furia, le dije a la chica que me negaba a declarar, que era estar en inferioridad de condiciones si no podía saber lo que se decía. Me dijo que vale, pero que entrase y esperase a ver qué pasaba. Accedí.
La persona que pide los DNI y llama a quien es solicitado vino a buscarme. Tomándome del brazo me ayudó a sentarme en una silla de las tres de delante (acusado y dos policías, que en mi caso no había por no ser una delincuente). Lo normal hubiese sido que me llevase delante del microfóno, de pie, pero me hicieron sentar sabiendo mi lesión en la columna.
Me quedé allí sentada, esperando. Si no tenía intérprete, se iban a enterar esos. En eso que veo al juez hacerme señas con la mano, me estaba hablando a mí. Le interrumpí para decirle que estaba muy lejos y no distinguía sus labios. "Esto de momento", pensé, "Veremos cómo seguimos...".
Pues resulta que se levantó de su sillón, dió la vuelta al estrado y vino a situarse a mi lado. Entonces vi que era el que tan interesado estaba en mí cuando llegué, afuera. Fue fácil entenderle y supongo que despachó al intérprete porque me vió hablar con los demás y pensó que era fácil y él también podía hablarme para que le entendiese. Acertó.
Pero lo mejor de todo es que me interpeló de tal manera que de mis labios no salió una sola mentira. Se lo manejó de una forma que no tuve que mentir. Aún hoy, a apenas un mes de ello, me pregunto cómo lo hizo.
Sentencia: absuelta.
En el del martes iba cómo testigo. Fue un circo. Éramos cuatro testigos y ninguno coincidimos en nuestra versión, cada uno lo recordaba de distinta manera. Hacía nada menos que cinco años del suceso, pero para mí el tiempo no interfiere, lo tenía grabado a fuego. Al ser sorda, las imágenes privan en mi mente, ya sean hechos cómo textos.
Lo alucinante fue que el mismo acusado -por quien yo testificaba-, alteró los hechos. Al salir les dije a él y a su abogado, que la próxima vez que se monten una película me pasen el guión...
El acusado es inocente del delito que se le imputa -agresión a una mujer- y lo sé porque estuve presente, no tengo la más pequeña duda, pero alteró un detalle que a él y a su abogado debió parecerles sin importancia, seguramente para dar más solidez a su inocencia. Fui yo, explicando los hechos tal cómo sucedieron y di al traste con su estrategia sin saberlo.
Me pregunto por qué la gente nunca dice la verdad monda y lironda y la maquilla intentando que le sea más favorable.
Mi intervención, aunque contradictoria en un punto que al parecer era clave, suscitó serias dudas en el fiscal que quiso interpelarme. La juez se lo impidió: "No ha lugar". Y éste lo aceptó cómo un borrego al matadero. ¡Cómo no!
Lo cierto es que si esa feminazi no lo hubiese impedido, lo que el fiscal me preguntaba habría dado al caso un giro de 180º
¿Por qué la llamo feminazi? Porque aparte de demostrar serlo, llevaba el "uniforme"... Su "bata" estaba desabrochada y separada a lado y lado, mostrando un jersey de lana y un pañuelo arrollado al cuello de esos que se encuentran en tiendas donde el olor de incienso y de patxuli te abofetea desde la puerta. Sólo le faltaba que el pañuelo arrollado al cuello fuese palestino...
Al menos mi intervención sirvió para que el fiscal tuviese las suficientes dudas cómo para rebajar sensiblemente su petición y olvidarse de la implacable pena que pedía al principio. Dijo que el acusado no iría a la cárcel. Pero la sentencia tardará unas semanas y dado que la zorra también pedía una indemnización económica...
El abogado del acusado nos explicó que si ha tardado tantos años en salir el juicio ha sido porque la zorra lo paralizaba cada dos por tres, añadiendo más y más legajos, aduciendo que lo ocurrido le iba causando "secuelas". Cómo la vuelva a tener cara a cara, aseguro que esta vez sí tendrá "secuelas" de verdad, no inventadas.
¿Conclusión? Este sistema es infumable. Cómo dijo uno de los testigos una vez terminado, si llega a saber lo que la zorra dijo en la sala, se lo hubiese podido rebatir. No lo supo. Nadie supimos lo que había dicho uno u otro porque nos hacían entrar, hablar y salir a continuación. Sólo lo supimos una vez terminado el juicio, por explicarlo cada uno y porque el acusado y la demandante permanecieron dentro todo el tiempo, que si no, ni eso.
Este sistema causa indefensión al permitir que alguien mienta y nadie lo sepa para poder responder adecuadamente.
La zorra se tiró el juicio llorando cómo una Magdalena, bien puesta en su papel de víctima; la fulana que fue quien agredió y en su ataque de nervios, loca de rabia histérica, se le pusieron los ojos en blanco y cayó al suelo cómo un saco de patatas, fracturándose el tobillo. Quiere sacar rédito económico de ello. Violeta Santander -la del caso Jesús Neira-, es una aprendiza a su lado porque necesita a su chulo, mientras que esta actúa sola.
¿Qué decir de los jueces? Ya hemos visto que cada uno hace lo que le peta en "su" sala. Uno no permite a un intérprete, otros sí. Uno expulsa a una abogada porque lleva pañuelo en la cabeza (musulmana) y otra se aparta la "bata" para mostrar su pañuelo de colorines amarrado al cuello.
¿La Ley es ciega? Sí. Y tonta, y sinvergüenza. Mala.
Ronda por aquí un abogado muy puesto en su papel, esto es, diciendo que es abogado y con el avatar de su foto con "bata" (Es que llamarla toga... más cuando la juez feminazi la desprecia...) Mi última abogada está en Facebook, pero no dice que lo es... Cosas de querer atención y popularidad, ainsssssss... Conque el sujeto no nos puede iluminar con su sapiencia, no se le vaya a arrugar la toga y nos ponga una demanda pidiendo compensación económica para pagar a la planchadora...
(Je je je... es una ironía, porque las togas no se arrugan debido al tejido con el que son confeccionadas ;D)
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EL SILENCIO ANTES DE LA TORMENTA
Porque caminaba solo, bajo el silencio de las estrellas, y en ese momento percibí lo que de poderoso tiene el sonido...
Y me quedé en la noche ennegrecida por la tormenta inminente, bajo una roca, escuchando notas que son el fantasmal idioma de la antigua tierra o que tienen su penumbrosa morada en los vientos distantes.
Y allí bebí el poder de la visión.
Solo dos veces he pasado por los juzgados, una laboral y otra por un atraco sufrido. Y lo que me ha quedado claro que lo mejor es mantenerse alejado de tal institución.
ResponderEliminarY que la gente mienta no solo es normal sino que es practicamente imposible saber la verdad, por eso los acuerdos entre partes me parecen de lo mas acertado, no se porque en España no son legales, aunque veo que se practican bajo cuerda.
Tienes razón, Jesús, vale más estar cuánto más lejos mejor de este circo de sinvergüenzas en el que todos mienten y chanchullean, empezando por los mismos leguleyos.
ResponderEliminarAñadiría, Leona, al comentario de Jesús, a la Agencia Tributaria. Si recibes carta con acuse de recibo y aunque tengas la conciencia más tranquila del mundo por haber hecho bien las cosas, ya puedes empezar a preparar la cartera.
ResponderEliminarComo dice la maldición gitana: «Pleitos tengas y los ganes» Creo que resume muy acertadamente lo que puede ocurrir en un Juzgado.
Un cordial saludo.
Uffff... eso de la Agencia Tributaria ya lo conoce Jesús, ya...
ResponderEliminarHacen lo que quieren en todas partes, avasallan y roban impunentemente.
Un cordial saludo, Álvaro.
Me he tomado un día para responder. Me parece tremendo. Lo que es incomprensible es que cada vez nos den más la vara con los minusválidos y la atención que requieren y sean incapaces de ver la barrera que supone no entender bien cuando se es sordo. ¿Por qué nadie informa a una sala de esto?
ResponderEliminarLo que dices, Jesús de los acuerdos, si mal no recuerdo siguen vigentes los jueces de paz. conocí a uno mientras cuidaba de un familiar enfermo durante dos semanas. Tremendo: desfiló medio pueblo por al habitación, venían en autobús e invadían la habitación. Como teníamos mucho tiempo para hablar, contaba que antes de cualquier juicio él iba a visitar a las partes afectadas y conseguía que el asunto no fuera a más. La verdad es que lo querían mucho.
Nunca he estado en un juicio ni de visita y espero no estarlo jamás. Dios me guarde. Creo a pies juntillas en el «pleitos tengas y los ganes»
No estoy de acuerdo en que la ley sea tonta, más bien en que se manipula. Ya sabes el dicho de que un abogado es el que se agarra a un clavo ardiendo y no solo no se quema sino que ¡lo enfría!
Saludos
Dixi
Mi querida Dixi, la atención a los minusválidos no es más que perorata publicitaria, cómo la de la mujer. Ya sabes que la única mujer a la que defienden es a la que pone denuncias falsas para vengarse y esquilmar a un hombre. Si se trata de una musulmana que se niega a llevar el velo, dejan que le den una paliza y le provoquen un aborto.
ResponderEliminarSi un imán acosa y amenaza por el mismo motivo a una mujer de su raza, la alcaldesa socialista avisa al imán para evitar que sea detenido y a la mujer la "invita" a irse de la población. Cientos de casos.
Bueno, pues por lo que cuentas, "mi" juez se comportó cómo uno de paz -a pesar de haberme negado el intérprete-. Y eso que es joven y atractivo.
De "visita" no irás nunca, puesto que no permiten público y si no eres una de las partes, sólo te dejan entrar para hablar y luego sales inmediatamente.
Sí, claro que la ley se manipula, es la puta que más trabaja, chica, le dan por todos lados. Y sus chulos son tanto abogados cómo jueces.
Salud, guapa.
Es un buen blog el tuyo!! Me pasaré más a menudo!
ResponderEliminarGracias, Jorge.
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