jueves, 29 de noviembre de 2012

Un respiro

He quedado tan hartita de los indepes que me voy a relajar un poco con mis cosas aunque no sea domingo porque también en la vida real tengo un trabajo de mucho cuidado últimamente y no paro un momento, me siento agotada. Lástima que este trabajo no se cobre, conque al menos voy a divertirme un poco.





En el merendero de Les Planes, en Vallvidrera, donde solíamos ir toda la familia al completo, incluso amigos. Unas sabrosas costilladas con butifarra y alcachofas a la brasa y allioli.
Era normal que yo apareciera esgarrinchada por subirme a los árboles y trepar por el bosque, mi abuelo Jaume siempre me curaba con un chorro de vino de la bota. Esperit de vi, lo llamaba (espíritu de vino) y aseguraba que curaba. Dado que se trataba de alcohól y nunca padeci ninguna infección, pues sí, funcionaba. Al menos no me ponían bosta de vaca como los monjes medievales, ¡juas!
Tenía cinco años en esta foto y ya manejaba esa escopeta, tan alta como yo, sin problemas aunque por entonces no tenía mucha puntería, sólo le daba a las latas de tomate sobre una piedra.



Años más tarde, cuando "hice la mili", je je je... Aquí ya hacía caer piñas de las ramas de un solo disparo, tanto con escopeta como con pistola.

Las dos fotos de arriba se las dedico con mucho humor a los ciberdelincuentes que me las cogen y las sacan de contexto asegurando que soy "una tipa peligrosa". Es que ya me cansa ver aquella que publiqué en una entrada de humor al alimón con mi amigo Periódico, ambos -por separado- empuñando una pistola y un revólver con cara fiera, remedando a Charles Bronson en 'Yo soy la justicia'.
Anda que no le sacan jugo mis enemigos y como son tontos del culo, seguro que ahora afirman que lo llevo en los genes. ¿El qué? No sé, porque no soy agresiva en absoluto y las armas sólo me gustan para tirar piñas, en cambio ellos llevan la necedad bien arraigada, ancestral, diría yo. Me gustaría conocer a su familia para ver si son normales porque su mentalidad no lo es en absoluto.



Esta foto tiene cierta historia, llegó a manos del equipo policial 122 porque me largué de casa siendo menor, harta de las chifladuras de mi señora madre que ya me tenían hasta el moño.
No voy a entrar en detalles, era una buena mujer, pero demasiado prepotente y dominante, haciendo bailar a todos al son que ella tocaba.
Lo que sí diré es que la poli no dió conmigo y regresé voluntariamente por los ruegos de mi madrina a quien visité. Ahora, como madre, comprendo lo que les hice sufrir, pero es que hay progenitores que son culpables de ello por su prepotencia y negarse a escuchar, por ello a mis hijos no les he prohíbido nada, sólo informado, aconsejado y alertado. Si se equivocan será responsabilidad suya.



En el camping 'El Toro Bravo'. Aunque no lo parezca, la edad es similar a la foto anterior. En aquella iba con la cara lavada y en esta maquillada. Fue por la tarde, preparada para ir a la disco al anochecer, sólo tenía que cambiarme de ropa.

Bueno, ya me he distraido un rato, que buena falta me hacía. Veremos cuánto tardan en salir estas fotos tergiversadas, lo cual me importa un pimiento. El cobarde es el que se esconde al tiempo que tergiversa y como la mentira tiene las patas muy cortas, acaba partiéndose los piños tarde o temprano.

15 comentarios:

  1. Pues sí, de lo más relajante esta entrada. Alucinante lo de la escopeta. Debo reconocer que tengo puntería nula cuando he probado con pelotas, tiro a dianas con dardos o con algún otro artilugio. Entre otras cosas, me parece que es porque no me lo tomo en serio, creo, igual pienso eso para consolarme, pero no suelo ser muy hábil para esas cosas y además las he probado poco.

    Una vez disparé con una escopeta de caza y me quedé atontada del ruido y de la fuerza que sentí hacia atrás. Fue la curiosidad de probar y no me resultó muy agradable.

    Es interesante ver como manejabas escopetas desde tan pequeña y que te gustase. La foto vestida de soldado no tiene desperdicio. Auténtica Leona.

    Te diré que a mí, mi madre cuando sacaba el genio, me llamaba “Leona de Castilla” porque cuando me salgo de mis casillas soy bastante fiera. Bueno, lo era, ahora me tomo las cosas con más flema.

    He sido más de jugar con muñecas, las cuales eran secuestradas por los indios (mis hermanos) y acababan con toda la cara pintada cual indias con rotulador. Así que, mira tú si no tenía razones para salirme de mis casillas.

    Se agradece un respiro.

    ResponderEliminar
  2. El uniforme de soldado se lo birlé a mi hermano en un permiso, je je je... La foto la hizo mi madre que se moría de vergüenza por si me veían los vecinos. "Tira la foto de una vez y déjate de tonterías, que 'Bobi' se está poniendo nervioso al ver la escopeta", le dije. 'Bobi' era nuestro pointer y por supuesto, cazador, pero no le cuadraba verme en casa con el arma, claro, que los animales no son tontos pero tampoco entienden todas las cosas de los humanos.

    Una escopeta de caza tiene muchísima más fuerza, Rosa. Yo no las he usado, precisamente, porque no me gusta la caza. Mi hermano sí que iba con nuestro padre y 'Bobi' a cazar y me fastidiaba mucho esta afición.

    Puntería la tengo en todo, es cuestión de ojo y de pulso y claro, como me gusta, funciona.
    Te cuento una anécdota. En una competición mixta de petanca, el capitán del equipo se agachó delante del boliche y las bolas contrarias que estaban todas delante suyo, trazando en el suelo con el dedo una parábola que suponía rodear las bolas enemigas y superadas estas, acercarse al boliche.
    Todos saltarón escandalizados: "¿Qué le pides? ¡Es imposible!". Yo no decía nada, calibraba la distancia, la fuerza y el giro de muñeca.
    El capitán los mandó callar con una sonrisa y me dijo: "Tira".
    Tiré y mi bola hizo exactamente el movimiento que él había trazado con el dedo. Parecía cosa de magia, pero sólo era destreza.

    Yo también jugaba con muñecas, no te creas, me encantaban, pero tuve la suerte de criarme al aire libre, con patio y huerto, así que primero me subía a los árboles, me metía en la conejera y luchaba con mi hermano. Luego, mi madre me encerraba en su dormitorio para poder jugar con mis bonitas muñecas y sus accesorios sin que el salvaje de mi hermano lo destrozara como hizo varias veces.

    Por desgracia, pronto nos mudamos a un piso y ya sólo me quedaron las muñecas, aunque seguí luchando con el atontado. Se me tiraba al cuello por la espalda, creyendo sorprenderme, yo me inclinaba hacía adelante sin esfuerzo, pues su propio impulso hacía que se pegase el castañazo padre delante mío. "¡¡¡Mamaaaaaaá!!! ¡Teresa me ha tirado al suelo!". Y salía ella riñéndome, sin preocuparse de saber qué había pasado exactamente. "Menudo par de gilipollas", pensaba yo. Bueno, esta palabra no, que entonces no la conocía, je je je... Pero algo así.

    ResponderEliminar
  3. Viene bien de vez en cuando echar la vista atras, rememorar el paraiso perdido que siempre fue la infancia.

    ResponderEliminar
  4. Bonito reportaje autobiográfico. Eso de que la poli no la encontró me suena de algo. La realidad supera a la ficción policial, incluso a la más absurda. Está usted muy guapa en la foto de la que se sirvieron los polis para "no encontrarla", je, je!

    ResponderEliminar
  5. "Fue por la tarde, preparada para ir a la disco al anochecer"

    ¿TÚ A LA DISCO, TÚ, UNA SORDA?

    PUES SI, GILIPOLLAS. ANDA, DILO

    ResponderEliminar
  6. Así es, Periódico. Tuve una infancia estupenda y de lo más movidita, a mi gusto.

    ResponderEliminar
  7. Exactamente, Don Boni, la ficción se queda en pañales. Con decirle que mi familia tenía un par de amigos polícias nacionales que se movieron como locos, pero nasti de plasti.
    Y en realidad no me escondi en ninguna parte, simplemente tomé el primer tren que llegó y bajé en Vilanova i la Geltrú, tomando habitación en un hostal y entregando mi DNI.
    Yo no sabía que mi presencia sería detectada por la policía, ignoraba el funcionamiento al inscribirse en un establecimiento público, pero pasó que el dueño no hizo la inscripción enseguida, se demoró unos días, sin ninguna prisa, de ahí que no me localizarán, je je je...
    Incluso encontré trabajo. Estaba sentada en un banco del Paseo de Gràcia -si, fui a Barcelona a buscarlo-, cuando pasó un chico diciéndome entre simpático y guasón: "Te vas a quedar helada", porque hacía frío. Le dije que no vivía allí, que buscaba trabajo pero todos los anuncios del diario eran para llamar por teléfono y no podía.
    Me dijo que le acompañáse y llamaría él.
    Estaba trabajando en el cableado eléctrico de un local comercial y sí, hizo las llamadas, pero me rechazaban al carecer de audición porque además de limpiar, tendría que cuidar a los niños y no se fiaban al no oír. Lo de siempre, quieren "chica para todo".

    Quedamos para el día siguiente, para seguir buscando. Era muy amable, buena persona, dispuesto a ayudar.
    Pero al día siguiente visité primero a mi madrina y después de llorar de alegría al verme sana y salva, charlamos largamente y me convenció de volver a casa.
    Mi tío me acompañó al hostal para recoger mis cosas y así supe que todavía no me habían registrado; además, el dueño miró a mi tío con cara de pocos amigos, no sabía quien era e imaginó lo peor porque tanto él como su esposa me habían tomado cariño y me cuidaban, ofreciéndome una pasta cuando antes de acostarme me tomaba un Cacao-lat en la barra. Incluso mantuvieron encendidas las luces de la escalera hasta que llegaba, pues la primera noche no sabía yo dónde narices estaba el interruptor y tuve que avanzar a oscuras por el pasillo.

    No me olvidé de mi nuevo amigo, el que me buscaba trabajo, y fui a despedirme de él.
    Esta vez mi tío se quedó en la calle, que ponía cara de perro de presa y asustaba a todos, je je je...
    Nada más verme me dijo que lo había encontrado. El hijo de un amigo de la familia se había casado hacía poco y no tenían niños, me aceptaban.
    Le expliqué la verdad y reconoció que algo sospechaba cuando una mañana, estando yo en el local donde trabajaba se abrió la puerta y entró un guardia urbana. Lo miré con recelo y a él no se le pasó por alto. Cuando se marchó me explicó que sólo había ido por el permiso de obras y al parecer di un suspiro de alivio, ¡juas!

    Siempre me he encontrado con buena gente, excelentes personas y esto es estupendo, no tiene precio.

    Ahí va una anécdota en la disco de El Toro Bravo. De ningún modo me permitían ir sola, llevaba de carabina a Lluís, el hermano de mi abuelo Jaume, el de ERC que pasó a Francia y luchó en la Resistencia contra los alemanes. Él y su esposa francesa venían cada verano a vernos, encantados.
    Ahora sitúese, este señor vestía al estilo francés, como un caballero, traje y corbata aunque fuera agosto, pero de corte y colores que en España alucinaban, je je je...
    En realidad íbamos para llevar a la saltimbanqui de mi hermana que no se perdía ningún baile y no la veíamos en toda la noche, excepto mi tío abuelo que no le quitaba el ojo de encima desde la mesa donde estábamos los dos.
    Lo que me hizo gracia fue que cada noche venía un joven italiano (apúntese la moda italiana para caballeros, ¡juas!) y en vez de pedirme bailar, le pedía permiso a mi tío abuelo casi con una reverencia. Él accedía y a continuación yo. Eran canciones lentas, "agarrados" y esto sí puedo bailarlo si mi pareja es experta, me dejo llevar. Después de cada canción me devolvía con mi tío dándole las gracias. Y a la siguiente volvía, je je je...

    Me lo pasé muy bien entre gente tan educada.

    ResponderEliminar
  8. Precioso relato de una experiencia muy propia de cierta edad. Yo también protagonicé una fuga de casa en mi conflictivo período de adolescencia, algo propio de jóvenes "inquietos", pero, como ya sabe usted, me da mucha pereza contar mis propias experiencias en esta vida, como mucho las diluyo en mis personajes noveleros.

    En Europa, sobre todo en Italia y en Francia, la moda masculina era más "racional" que en el país de los señores de negro, no existían esos complejos ante los colores alegres.

    Estoy en el recreo, no me erollo más. Sólo un detallito: Veo que algún enfermito o enfermita ha volcado su bilis en un "comentario" (por decir algo) bajo el mio, y que usted no le ha hecho ni pulcro caso, je, je!, está ya inmunizada. Verá, ahora vendrá a mi blog, como la otra vez, copiando lo que pongo aquí. Pues cojonudo, contabilizo su comentario para la permanencia del novelón.
    Buen día!

    ResponderEliminar
  9. Leona, estás muy bella en las fotos.

    Sería estupendo poder leer un analisis realizado por ti sobre el caso de PxC en estas últimas elecciones.

    Que es lo que ha llevado a PxC al fracaso más absoluto ?

    He oido que Anglada dejará el partido o algo así.

    Con mis respetos,

    Jorge ruiz

    ResponderEliminar
  10. Gracias, Don Boni.
    La inquietud, el inconformismo, permite avanzar en la vida, lo malo es que hoy día se confunde con el aborregamiento de seguir a iluminados y tergiversadores, perdiendo la personalidad al transformarse en masas sin cerebro, prestas a hacer y decir lo que les dictan. Estos se llaman a sí mismos inconformistas, sin darse cuenta de que están siendo manejados.

    Efectivamente, aquí todos vestían de negro o gris y los trajes de mi tío abuelo y los de su cuñado Louis, casado con una italiana, causaban estupor en Barcelona.
    En una ocasión, mi tío abuelo y su esposa llegaron a mi casa en L'H en sendas motocicletas alquiladas y no vea como se revolucionó el barrio al ver a una señora manejando la moto. ¡Era lo nunca visto!

    Je je je... A los enfermos mentales sólo les doy paso cuando no insultan a mis comentaristas y amigos, esto no se lo permito, pero si no es así, ya quedan bastante retratados con su comportamiento.
    Esta chinche burratis discrimina a los sordos, es de los de la raza pura al parecer.
    No vale la pena perder tiempo con anormales.

    ResponderEliminar
  11. Gracias, Jorge.

    Posiblemente haga ese análisis porque es interesante en cierto modo.
    No, Anglada no dejará el partido ni tampoco renunciará a su cargo, ya lo verás. No son más que marrullerías suyas intentando hacérse la víctima política.

    Me has convencido, lo publicaré en el blog adecuado:

    http://infopxc.blogspot.com.es/

    Pero no sé cuando, que estoy muy atareada y esos tampoco tienen gran importancia. No son nada.

    Gracias por tu visita.

    ResponderEliminar
  12. Eh, te curaban con vino, como a Lázaro de Tormes.

    No es por quitarte méritos, pero yo, que no tengo costumbre de desinfectarme las heridas (considero que es suficiente con lavarlas muy concienzudamente. No tengo ningún problema inmunológico), tampoco he sufrido ninguna infección. También es cierto que, en tus tiempos mozos, los niños eran muchísimo más propensos que ahora a hacerse heridas.

    Ahora que lo pienso, yo raras veces me hago sangre. La última vez fue con unas hojas que tenía apiladas. Para ponerlas todas al mismo nivel, les di unos golpecitos por encima, con la mala suerte de que me rajé la yema del índice de la mano derecha, con el simple canto de un folio. Ese tipo de heridas son muy fastidiosas, porque no puedes mover el dedo sin que se te abran más aún.

    ResponderEliminar
  13. Hombre, luispi, eran otros tiempos y nadie cargaba con un botiquín porque no había estuches como los de ahora, aparte de que con el vino bastaba, que tampoco se llevaban una pastilla de jabón siquiera al no haber recipientes de plástico con gel. Te lavabas someramente en la fuente, sólo con agua, y listos. En casa venía el baño con agua caliente y jabón, de arriba abajo y sin chistar.

    Ya me dirás si no es normal hacerse sangre trepando rápidamente a un árbol, deslizándote a toda pastilla por un terraplén y corriendo entre piedras para que no te alcancen los "indios". Claro que siempre íbamos señalados, no teníamos móvil con jueguecitos para criar tripa allí sentados, como bobos.
    Y estábamos más sanos que los niños de ahora, te lo aseguro.

    No te ofendas, pero me ha hecho mucha gracia lo que cuentas, cortarse la yema de un dedo con el filo de un folio es lo más "héroico" hoy día, ¡ja ja ja!

    ResponderEliminar
  14. Ya lo creo que es gracioso. Y lo mejor de todo es que no era la primera vez que me cortaba con un folio.

    Eso sí, poco después de que me pasara aquello, encuaderné las hojas.

    ResponderEliminar
  15. Ya te digo, antaño te desgraciabas corriendo y saltando, una vez casi me salto un ojo al tropezar y caer en la punta de un poste que estaba en el suelo, ya sabes, con punta, como un lápiz gigante, pero ahora, si no te cortas con folios o te pellizcas con la grapadora, nada de nada, ¡juas!

    ResponderEliminar

Este blog tiene instalada la moderación de comentarios a causa de trolls cansinos y coñazos que lo toman por la salita de estar de su casa.
Quien tenga una opinión contraria la verá publicada siempre y cuando esté debidamente argumentada.