Estas fotografías son de cuando el inquilino de la Moncloa llegó a ella para nuestra desgracia. Se creía el rey del mambo y se rodeó de tarados cómo él que augurarón en público maravillas interplanetarias y galácticas de todo tipo. Lo cierto es que todos han acabado estrellados, empezando por el juez de las lentejuelas.
Hoy, en ABC, el psiquiatra José Cabrera analiza a este individúo peligroso.
Y es que, psíquicamente hablando, la elección democrática de un dirigente no le aporta más inteligencia que la que él trajera previamente, ni le modifica la personalidad, ni estabiliza sus sentimientos o afectividad, ni siquiera le da energías supletorias para vivir con su nuevo rol. Muy al contrario, le somete a una tensión sin precedentes que ni el más multitudinario grupo de asesores puede mitigar.
Exacto. José Luis Rodríguez Zapatero no ha cambiado por estar al frente del Gobierno, ya llegó así y era fácil verlo desde el principio. Fácil para los que no tenemos una venda en los ojos.
Seis años después, su expresión ha cambiado sensiblemente:
Una sonrisa permanente, una mirada rígida, unos ademanes encorsetados, una expresión corporal de inseguridad, unos trajes que no acaban de caerle bien, unos cambios repentinos en la forma de hablar con altibajos en la seriedad y en la afectividad, y así un largo etcétera enmarcan la visión que todos tenemos del presidente. Y junto a lo visto, lo ofrecido con su conducta: una huida de la realidad a todo trance, una tenacidad rayana en la obsesión en sus directrices, un convencimiento propio alejado de sus ministros y asesores, un afán por evitar el no y decir sí a todos los interlocutores en posturas enfrentadas, una conducta a golpe de clamor social en vez de meditada y, finalmente, una idea fija de reescribir el pasado histórico removiendo las conciencias de todos para que cuadre con el suyo reinventado.
¿Qué puedo añadir a las palabras dichas por el especialista? La negrita es mía y ahí queda suficientemente clara la mentalidad del sujeto, dando bandazos de un lado a otro, sin saber por dónde va, queriendo contentar a todos y logrando sólo enfurecer a todos.
No, este señor no está capacitado para gobernar y en cualquier país serio no se lo permitirían. Dejar el destino nacional en manos de alguien incapaz de razonar coherentemente supone delito de alta traición.
Que Rajoy vaya poniendo sus barbas a remojar porque cómo jefe de la oposición es culpable de ello.
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¡Zapatero dimisión!
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JAJAJAJAJ
ResponderEliminarLO QUE NOS FALTABA, UN LOCO DE HECHO Y DERECHO.
BESOTE
Ya ves, Angelete, hasta tiene marchamo y todo, ¡juas!
ResponderEliminarUn besote, amigo.
Pues menudo recambio, un señor que es paradigma del galleismo.
ResponderEliminarEstamos condenados.
No, si el recambio tampoco vale nada, pero creo que será más fácil de controlar porque tiene miedo a que le partan la cara, je je je...
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