jueves, 24 de junio de 2010

Tragedia de Castelldefels

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En la portada de El Periódico de El Prat constan detalles de la noticia.

El luctuoso suceso ha impactado por su magnitud, doce muertos y catorce heridos, algunos de ellos graves, la mayoría jóvenes que iban a celebrar la verbena a la playa de Castelldefels.
El Rey ha cancelado la recepción anual con motivo de su onomástica, en señal de luto. Detalle que no tuvieron el resto de jóvenes que celebraron la verbena a pocos metros del siniestro.

El motivo suele ser siempre el mismo: comportarse cómo un rebaño. Los jóvenes que iban delante se tiraron a las vías para cruzarlas nada más bajar del tren y todos les siguieron cómo si fuesen Moisés y los suyos.
Se ha hablado de que el paso elevado estaba cerrado, pero el subterráneo no, sin embargo, para los jóvenes era más fácil tirar recto, igual que en la calzada cruzan con el semáforo en rojo o saltan los torniquetes del Metro.

Luego es el llorar y lamentar. Pero no sólo esto, los familiares, en lugar de reconocer el incivismo e irresponsabilidad de las víctimas, culpan a quien sea menos a los suyos.

Las explicaciones de Adif no le sirven a Richard Oliva, un ecuatoriano que ha perdido a Rosa María, su cuñada de 19 años, pero que en cambio conserva a su hija, operada de urgencia en una pierna y que ha salvado la vida: «No tuvieron más opción que cruzar por las vías. Esto ha sido un crimen. Que se depuren las responsabilidades».
También Fernando Samaniego ha perdido a su sobrino Diego Fernández Chamorro, de 24 años. Afirma que «el paso estaba cerrado y no había por dónde pasar, ni señalizaciones ni guardias».

Falso, el paso subterráneo está perfectamente señalizado como muestra la imagen, otra cosa es que algunos decidan cruzar las vías en vez de esperar turno porque el paso se colapsó enseguida dada la cantidad de viajeros, además de cómo relata un testigo, algunos ya empezaron a cruzarlas antes de que el cercanías arrancase de nuevo.

Cuando se produjo el atropello, oyeron gritos y cómo saltaban chispas y piedras, vieron cuerpos desmembrados, y llegaron a la «desesperación» cuando pensaron que el tren podía descarrilar. Katty Sotín también explicó que ella viajaba en el mismo Cercanías del que se apearon las víctimas, que iba lleno, y que unos pocos ya empezaron a cruzar la vía antes de que el Cercanías siguiera su marcha.








 El lugar del accidente está junto a los ascensores del subterráneo, que a su vez están junto a las escaleras del mismo. Lo normal es ir hacia la estación al bajar del tren, no tirarse a las vías sin más.

 Es triste la perdida de vidas por una imprudencia, pero más lo es que se culpe a otros que no han tenido ninguna responsabilidad en ello.

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Harta de tanto boniato que anda por la red diciendo estupideces en sus blogs, pongo una foto de las vías de la estación.



 Cómo puede apreciarse, están a la misma altura que las del Metro, así que a nadie con dos dedos de frente se le ocurriría bajar a ellas y volver a subir por el otro lado. A nadie normal, por supuesto.

Ya está bien de echar la culpa a todo lo que se menee excepto a las víctimas, los únicos culpables de su desgracia.

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2 comentarios:

  1. Recuerdo ese apeadero antes de las reformas, practicamente las vias junto a la playa. Ahora me parece que el tren circula por una especie de foso entre los dos andenes.
    Ha resultado ser una trampa mortal.

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  2. Sí, las vías circulan en un foso, he visto numerosas fotos de hoy, por ello es una inconsciencia y una soberana memez bajar a ellas.

    Por lo demás, está tal cual muestra la imagen, o sea, de trampa nada porque hay que cruzar por donde es debido y si encima que las vías están en un foso, cómo en el Metro, y bajarón a ellas, imaginate si estuviesen casi a ras de tierra como antes.

    No hay excusa para lo que es una imprudencia temeraria e incivismo.

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