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Con esta rotunda frase ha interrumpido el presidente del patronato de la Fundación Juan XXIII el discurso de la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez cuando tras visitar el centro, atendía a la prensa defendiendo la reforma de la Ley del Aborto y exigiendo su cumplimiento, en referencia a Navarra y Murcia.
Las manifestaciones públicas no hacen mella en este Gobierno prepotente y totalitario que desprecia a millones de españoles, tratándonos de pertenecer a una secta, pues esto consideran ellos a la Iglesia Católica, negándose a admitir que somos muchísimos los no creyentes que opinamos igual porque no se trata de religión, sino de moral, del rechazo a la masacre de seres humanos indefensos. Curiosamente, el Islam que lapida, mutila y mata, tiene todo su respeto.
Pero cuando una autoridad cientifíca se lo dice a la cara y en público, ante cámaras y microfónos, es evidente que el dedo se ha metido en todo el ojo y les escuece.
Una cosa es despenalizar el aborto como ya se hizo en su día, cuando la vida de la madre corre peligro, y siempre si esta lo acepta, como cualquier paciente tiene que dar su consentimiento para la amputación de un miembro gangrenado. Pero el aborto ha llegado a ser un negocio de proporciones colosales que se práctica alegremente como quien se hace extirpar una verruga que le afea.
El Gobierno, en vez de trabajar para evitar los embarazos no deseados, vende el aborto como la panacea universal: fácil, rápido, sin dolor. Lo que esconde -como todo buen charlatán-, son los efectos posteriores, las depresiones -muchas de ellas con final funesto-; el dolor arrastrado de por vida una vez fuera del alcance de las lenguas ofidias; la imposibilidad de muchísimas de estas mujeres de llevar una vida normal en pareja al tener siempre presente la culpa. Y esta culpa no tiene nada que ver con la religión porque, repito, alcanza a quien tenga consciencia de lo que ha hecho.
Miente el Gobierno cuando asegura que esta Ley es la misma de muchos países europeos. Miente. Porque así lo han dicho ellos, que en España hay una facilidad impensable para abortar y las mujeres europeas vienen "de fin de semana" para ello.
No es más que negocio, el cochino dinero. La nueva ley se gestó a raíz del cierre de varias clínicas que practicaban abortos fuera de plazo e incluso a menores, de ahí moverse rápidamente y sacar tajada de los beneficios que obtienen estos carníceros.
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Excelente entrada. Un pero, no se considera aborto, al menos en sentido moral el que tiene como causa la curación de la madre. si con un tratamiento salvador, por ejemplo un cáncer de útero, se muere el niño, es algo muy doloroso pero se necesita una legislación para ello.
ResponderEliminarUn abrazo
Dixi
Gracias por la aclaración, tú sabes mucho más del tema.
ResponderEliminarUn abrazo.