lunes, 22 de noviembre de 2010

Urgencias en domingo y farmácias de guardia





¿Alguien ha visto alguna vez una farmácia de guardia? Yo no. No sé si son especies en peligro de extinción o qué, pero es que hay pocas, muy pocas. ¡Poquísimas!

El viernes por la noche empecé a sentir molestias, leves, como empieza todo. El sábado aumentó la cosa, pero como estaba en un foro repartiendo estopa a unos trolls impresentables, no le di mucha importancia. No hay nada como batallar para no sentir el dolor. El domingo por la mañana empecé a pensar que no llegaba al lunes y así fue, por la tarde tuve que vestirme e ir de urgencias porque ya no lo soportaba más.

Resignada, me llevé el libro que estoy leyendo, dispuesta a amenizar la inevitable espera que vislumbraba. Por cierto, que cuando lo termine, fijo que seré capaz de construir una catedral, ¡jo! Es una novela, pero con tal cantidad detallada de datos, cifras y gráficos, que saldré arquitecta de iglesias.

Sorprendentemente, no me dijeron que me sentase allí y esperase dos o tres horas, me dieron un sobre, me dijeron que entrase en la zona médica y subiese a la 2ª planta. ¡Claro!, lo mío no era habitual...
Nada más traspasar las dos grandes lamas de plástico que tan bien conozco, sucedió lo que ya sabía: apareció enseguida un cancerbero preguntándome qué hacía allí. Se lo expliqué y me dió unas indicaciones. Cuando ya había echado a andar hacia allí, me tocaron el hombro. Era un niño vestido de médico. ¡Conio!, claro que digo "niño", si no pasaría de los 20 años. Me preguntó si quería que me acompañase, qué amable. Accedí y menos mal, porque esa zona ya no la conocía yo, salíamos de la habitual de urgencias. Me llevó hasta el ascensor, que el joío estaba bien escondido, y se fue.

2ª PLANTA-BOX 1, rezaba el sobre. Fui al box, que era una puerta como todas las puertas, vamos, es que para mí, los box tienen cortinas, no puertas, y pulsé un timbre porque encima suyo había un cartel bien gordo diciendo que lo pulsases para urgencias. Nada. Esperé un buen rato delante de la puerta y ni flores. Al cabo de un tiempo prudencial repetí el intento con el mismo resultado. Acabé sentándome en una silla junto a la puerta, poniéndome de mala leche porque si llamas a un timbre, lo lógico es que abrán la puerta, aunque sea para decirte que esperes a que te llamen.

Saqué del bolso el libro, pero tendré que releer ese pasaje porque, pendiente de la puerta, no me acuerdo nada de lo que el monje benedictino de Cluny me estaba explicando para usar la gematría y encontrar los números necesarios para construir la iglesia. Mientras el monje se horrorizaba al encontrar el número de la Bestia, le dí otra pulsada -esta sí, bestial- al timbre. Nada. Allí dentro debían estar celebrando una orgía o algo así.
En eso que llegan una pareja de indios, ella con un sobre como el mío, y se van derechitos a la puerta. Se les veía con ánimos de entrar inmediatamente, conque les expliqué que primero estaba yo, pero que no abrían la puerta. Pasando olímpicamente de mí, como si yo fuese transparente, llamaron al timbre. ¡La puerta se abrió al instante! La enfermera o lo que fuese les atendió, así que insistí en que yo estaba primero. Tu tía. No tengo rasgos indios ni moros, mi piel es blanca, conque que soy ciudadana de segunda. Ellos entraron y yo sentí la presencia de la Bestia que se elevaba y crecía, crecía...
Ese paso era burocrático y salieron pronto, entrando yo. No me callé, se lo dije a la chica, que había estado llamando al timbre tres veces y encima, cuando abre atiende primero al que acaba de llegar, a pesar de haberle dicho que yo estaba antes. Se hizo la loca, no fue capaz ni de excusarse. No tienen educación alguna. Me dijo que esperase fuera.

Al cabo de un rato me llamaron. Si tenemos en cuenta que podía haberme ahorrado la media hora desde mi llegada si hubiesen abierto la puerta entonces, la cosa fue rápida.
Hala, a desnudarme, explorarme, diagnóstico y un par de recetas. Pregunté si no podían darme nada para aliviarme, que para eso había ido de urgencias. No. Que fuese a una farmácia de guardia y lo recetado me aliviaría enseguida. Me indicaron que preguntase en recepción dónde había una cerca.
Lo hice y ¡qué bien!, allí mismo, en la esquina. Fuí y me quedé de piedra, esa farmácia no estaba de guardia. Tenía una lista pegada, con las que les tocaba guardia ese domingo, pero esa no. Todas -cuatro, sólo cuatro- me pillaban allí donde Cristo perdió la alpargata. ¡Ostras!, no podía ser.
Volví al hospital y se lo dije a la chica. Preguntó si había tocado al timbre y me dió una extensa explicación de que las farmácias de guardia no están abiertas, que hay que llamar al timbre y te abren una ventanita y bla bla bla... Me contuve para no explicarle a mi vez que había crecido en una, en el laboratorio donde mi padre hacía las fórmulas magistrales, no te joé.
No había llamado al timbre porque esa farmácia no constaba de guardia. Pero ella que sí, que fuese y llamase al timbre porque le constaba que sí. Resignada, regresé y me cansé de tocar el botoncito de las narices. Nada. Lo que pasaba era que una de las farmácias de guardia es del mismo dueño que aquella y la boba del hospital no sabe leer porque esto suele ser habitual, pero lo que hay que mirar es la dirección, no el nombre del licenciado.

Ya estaba que no me aguantaba y decidí volver a casa porque de ningún modo podía desplazarme tan lejos.
L'Hospitalet no es pequeña precisamente, ¿y sólo cuatro farmácias de guardia para toda la ciudad? ¿La segunda de Cataluña después de Barcelona?
Absurdo. Si se necesitan medicamentos en festivo es porque se trata de una urgencia y alguien que se encuentra mal no está para ir al quinto pino.

Total, fue como si no hubiese ido al hospital porque no me mitigaron la urgencia, no me sirvió de nada.

Menuda sanidad tercermundista. Claro, a medida de los "ciudadanos de primera"...

4 comentarios:

  1. Eso es bastante común, si. La verdad es que no entiendo por qué pasa eso, incluso teniendo en cuenta que en otras partes las farmacias de guardia son muchas más, y algunos eligen abrir aunque no les toque.
    Desde que comenzó la crisis he pensado que en parte la tenemos por vagos, porque eso de trabajar sábados, domingos y festivos en este país es considerado de tontos. Y con estas mentalidades, obviamente somos carne de cañón.
    Supongo que no sirve de consuelo, pero la última vez que busqué una farmacia de guardia, estaba abierta y me dieron la medicación que necesitaba. En ese mismo momento le pedía la chica un vaso de agua para tomarla, porque había tenido una reacción alérgica a una picadura de anémona en una inmersión nocturna, con lo que tenía la cara del hombre elefante. La respuesta: No le abro porque no puedo, y por la bandejita no puedo pasarle un vaso.
    El compi que venía conmigo tenía mujer, farmacéutica, y debió denunciarla, por denegación de ayuda. Manda huevos que te presentes con media cara hinchada, le cuentes lo que te ha pasado, y te diga con cajas destempladas que hay un bar cerca. Ni te cuento la vergüenza que pasé entrando a una discoteca vestida como iba (con la lycra de bucear, y gracias que no era el traje de neopreno) y con la cara hinchada brutalmente. Entre vagos y desalmados, chungo pastel pinta el futuro...

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  2. "Denegación de auxilio", pues sí. Llevando la cara como la llevabas, por una picadura con reacción alérgica, podrías haber muerto. Hay quien muere por una picada de avispa o de medusa.
    Decididamente, no tienen vergüenza.

    Por cierto, en la farmacia donde fui, no había ninguna ventanita, ni la más pequeña ranura, nada. Tuve tiempo sobrado para examinarla de arriba abajo, de punta a punta, puesto que ante la insistencia de la del hospital, esperaba que se abriese algo. Ello demuestra que dicho establecimiento no está de guardia nunca.

    "Vagos y desalmados", ahí le has dado.

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  3. A mí lo que me extraña es lo del Hospital. Las pocas veces que he ido para mí por causa de un dolor fuerte y sospechoso me han dado el medicamento allí y unas dosis para poder salid del paso el primer día.Y ni recuerdo si era finde o festivo. Para algo es urgencia.

    Hace tiempo me puse a pensar en la razones de que se hubiese duplicado la población y cada vez fueran menos las farmacias, porque cuando era niña -más que tú- había dos fijas por la noche y a las dos se podía ir a pie. Explicación: el servicio de urgencias.

    Por lo que las farmacias de guardia por la noche no me ha tocado experimentarlas. Sí de día y tengo una muy cerca de casa de noche para las noches tiene ventanilla y eso lo hacen para prevenir los atracos: solución más cómoda que ir con la policía local.


    Tendréis que pelear por las mejoras en Sanidad.

    Un abrazo

    Dixi

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  4. Cierto, Dixi, antes te daban algo en el mismo hospital, vamos, que te aliviaban al momento. Ahora no, ahora se lo guardan todo para los inmigrantes porque nosotros somos ciudadanos de segunda.
    Está comprobado y probado por personal que se lo cuenta a amigos y familiares.

    Lo de la ventanilla en las farmacias de guardía, hace muchos años que existe, al menos en la de mi padre, y eso cuando era el edificio antiguo, en el que crecí, que luego lo tiraron para levantar uno nuevo.

    Pero esa noche, ya de camino a casa, me fijé en que no todas las farmacias tienen la ventanilla, lo cual demuestra que nunca están de guardia, de ahí haber sólo cuatro para toda la ciudad y tener que pegarte una larga caminata o ir en taxi.

    Pelearemos, ya lo creo que sí ;D

    Un abrazo, amiga.

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