Esta noche vienen los Reyes Magos y no quiero dedicarme a cenutrios y similar fauna. Las cosas importantes tienen prioridad ;D
Mi contacto con los Magos ha sido estrecho a lo largo de los años, siempre les entregué mi carta en mano. Recuerdo que al final, cuando ya éramos tres los hermanos -yo soy la mayor-, el Rey negro acabó siendo mi favorito. ¿Por qué? Porque a mis hermanos les daba miedo, ¡ja ja ja! Sentían auténtico pavor y hasta que yo no me acercaba a él y me posicionaba para la foto, ellos no osaban acercarse a Melchor y Gaspar.
En Barcelona vive el Rey Baltasar desde hace la tira de años, pero esto es un secreto... Le conocí cuando era niña y él un joven. Año tras año, yo crecí y él envejeció. Severino Baita ha sido el Rey negro que ha llevado ilusión a generaciones de barceloneses. Fue el único Rey negro auténtico de España durante muchos años y sigue en lo alto de su carroza.
Severino Baita
Cuando crecí, me alisté en las Majorettes de Barcelona, con lo que cada año desfilaba en la Cabalgata y seguía viviendo la ilusión, entonces proyectada en los niños. Sus caritas, con la boca abierta y unos ojos como platos, son dificiles de olvidar. Como la alegría de los más mayorcitos, los "veteranos", ríendo contentos.
Luego llegaron mis hijos y mi ilusión creció al proporcionarsela a ellos. Mis largas ausencias la tarde de Reyes, en que salía a la caza y captura de mil detalles que me faltaban, a pesar de que lo "gordo" ya lo tenía hacía días, me "convirtió" en paje ayudante, je je je... Efectivamente, si siempre estaba con ellos, ¿como explicar que esa tarde desapareciese durante horas, dejándolos con su padre? Así que les expliqué que en cada ciudad tenían pajes ayudantes entre la población, que se encargaban de coordinar para que a su llegada no se perdiesen dando vueltas y así no se olvidasen de ningún niño. Naturalmente, se lo creyeron sin dudar.
Primero me sentaba con ellos en el sofá y mirábamos la llegada de los Reyes al puerto de Barcelona. Año tras año les hacía fijarse en el Rey negro para que viesen que son "reales", pues, además de que Severino era el único fijo, al ir sin afeites se le reconoce mejor que a los otros dos, enmascarados tras barbas y melenas falsas.
Un año, Melchor fue una regidora -ya no recuerdo quien- y el bochorno fue terrible: "¡Es una mujer!", decían todos los niños. Anda, que una cosa es tener ilusión y otra ser tontos... Yo tuve que hacer de Papá Noel un año, en el colegio de mi hijo, porque no encontramos a nadie que se atreviese, pero tuve presente dos cosas: que por mucho que me maquillase y rellenase de cojines, mi voz es de mujer. La otra es que... ¡todos los niños del colegio me conocían de sobras! Lo arreglé con el padre que iba a hacer las fotos como cada año: les dijo a los niños que Papá Noel estaba muy constipado y se había quedado afónico, no podía hablar. Con risas y gestos, y la ayuda de Juan Pedro que actuaba de "intérprete" diciendo lo que Papá Noel le comunicaba en voz baja, la representación fue un éxito y ninguno receló nada.
Mi condición de paje ayudante también me sirvió cuando algún regalo había sido imposible encontrarlo por estar agotado. Les decía que uno de los camellos había tropezado esa noche, estropeándose la carga, pero que la semana siguiente, los pajes oficiales reemplazarian lo perdido y me darian lo que faltaba.
Después de cenar y degustar el Tortell de Reis en casa de mi madrina, que por cierto, siempre le tocaba la fava (el haba) a mi tío Sisquet, no sabemos por qué extraña suerte (yo no tenía nada que ver, ¡lo juro!). La tradición dice que el que encuentre el haba en su porción de tortell tendrá que pagarlo y quien encuentre la miniatura real, será coronado rey con la corona que se ve en la imagen, en el centro del roscón.
Después de esto, decía, volvíamos a casa y los niños se acostaban. Entonces entraba en acción el "paje ayudante", je je je... ¡Lo que disfrutaba! Mis hijos se llevan siete años y durante dos o tres me divertí como una niña montando las cosas de la muñeca Barbie que pedía mi hija. Nada de dejar una caja para que cuando la abriese, en vez de lo que había pedido, se encontrase con un montón de cosas troqueladas, sin pies ni cabeza. Ni hablar, mi hija se encontró siempre lo que había pedido, bien expuesto sobre la mesa del comedor.
Cuando compré una cocinita de esas de madera disfruté lo indecible haciendo "obras" en ella. Forré la pared con plástico autoadhesivo imitando losetas. Puse cortinitas en la ventana y volantes a juego en las baldas. Clavé clavos dimintos para colgar en ellos el juego de cucharón y espumadera. Y un trapo de cocina hecho con un retal.
Con plastilina moldeé toda clase de alimentos, pan, pastas, queso, pollo, pescado, salchichas, chuletas, tomates, plátanos, naranjas, huevos...
Cuando llegó el chico disfruté igual montando castillos, gasolineras, navios corsarios, los Transformers y demás cachivaches que pedía. Nada se me resiste.
La ilusión nace de la imaginación y no debería perderse nunca. Ser capaces de conectar con la fantasía sin perder el contacto con el suelo hace personas felices, capaces de evadirse un rato y evitar agobiarse. Por ello mi fiel corcel (el ordenador) siempre está presto para llevarme donde yo quiera y mi puño blande la espada de la palabra.
¡Felices ilusiones!
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Precioso, magnífico, excelente.
ResponderEliminarLeona, mi Leona fiera nos demuestra que es una persona muy sensible y comprometida, tanto con los temas de actualidad como con lo más apegado a lo sentimental.
Me ha gustado muchísimo leerte e imaginarte montando a la Barbie, y haciendo las cortinas de la cocinita, y construyendo el castillo de tu hijo.
Gracias por este relato lleno de sentimientos.
Besos y que sus Majestades dejen en tu casa todos los sueños cumplidos.
Muchas gracias, Elena.
ResponderEliminarEl guerrear no está reñido con los sentimientos ni la sensibilidad, son perfectamente compatibles.
Besos y que tú también recibas tus ilusiones.
Espero que tu madrina no le tocara mucho la fava a l'oncle Sisquet, jeje...
ResponderEliminarBromas aparte, ya casi están a punto de llegar los Reyes y hemos de irnos pronto a la cama. Felices Reyes y que traigan paz y bien para tí y los tuyos.
Saludos,
Aguador.
Je je je... pues sí que se la tocaba, sí: "Sisqueeeet, has puesto el mantel del revés. Sisqueeeet... te has olvidado de comprar la Coca-Cola. Sisqueeet...". Un santo, oye :D
ResponderEliminar¡Ah!, yo tengo permiso de los Reyes, recuerda que soy paje ayudante, je je je...
Espero que hayas sido bueno y te dejen tus deseos e ilusiones, Aguador.
Salud.
Que los Reyes te dejen colmadas todas tus ilusiones, te lo mereces por este blogs y tanta cosas más. Les escribimos la carta ya. :p
ResponderEliminarUn abrazo a todos
Dixi
Gracias, mi querida Dixi, ¡ojalá se cumpliese!
ResponderEliminarUn abrazo.