Y pues, fue que este reino, con el paso del tiempo, empezó a sufrir los inconvenientes del progreso. Porque está muy bien que se enciendan luces con sólo desearlo, sin necesidad de preparar candiles con aceite, y que las frías estancias de los castillos trocasen en agradables recintos caldeados sin tener que encender chimeneas. Pero, ¡ay!, siempre hay que pagar un precio para gozar de mejoras. Y resultó que con el progreso material, los hombres se volvieron más codiciosos de lo que siempre habían sido. Empezaron a acaparar los recursos que propiciaban estas comodidades y no dudaban en matar para tenerlos para sí y dominar a los demás.
Moraban en tierras lejanas unos criadores de camellos; orgullosas bestias, bajeles del desierto, imprescindibles para la supervivencia de quienes pretendiesen adentrarse en aquellos mares de arena que un día lo fueron de agua. Y pasó, pues, que los criadores de camellos, navegando sobre las vastas extensiones de arena a lomos de sus meharis, perdieron el mundo de vista. Desde que su raza apareció sobre la faz de la tierra hasta hoy, su vestimenta y sus costumbres no han variado.
Pero un día... bajo la arena del desierto empezó a brotar un líquido negro y pestilente, y los criadores de camellos fueron tentados por los hombres codiciosos para hacerse con el oro negro. Y viendo los criadores de camellos el oro que les proporcionaba aquel líquido espeso y sucio, se volvieron codiciosos también.
Los jeques usaron ese oro para cubrir sus palacios de riquezas sin fin y gozar de todos los placeres imaginables e inimaginables, mientras su pueblo se consumía día a día de hambre y pobreza extrema.
Dicen las crónicas que los criadores de camellos abrazaron su religión cuando uno de ellos casó con una viuda rica llamada Jadicha y abandonó las caravanas para dedicarse a holgar hora tras hora. Y fue en una de estas siestas en que al Arcángel Gabriel se le ocurrió importunarle para decirle que era el profeta elegido y que se espabilase para dominar el mundo.
Es el caso que algo funcionó mal, pues otros afirman que el Arcángel Gabriel es suyo, pero lo cierto es que nadie se presentó ante Salomón para que dirimiera en el conflicto y este dura desde hace siglos, regando de sangre la tierra.
Continuará...
El Cantar de los Cantares. (Fragmento)
Dime, amado de mi alma,
dónde llevas a pastar el rebaño,
dónde lo haces descansar al mediodía,
para que yo no ande vagando
junto a los rebaños de tus compañeros.
(Coro)
Si tú no lo sabes,
¡la más bella de las mujeres!
sigue las huellas del rebaño
y lleva a pastar tus cabritos
junto a las cabañas de los pastores.
Salomón
.
Vamos bien. Está interesante y resulta muy agradable por lo bien escrito que está.
ResponderEliminarSIGUE, SIGUE...........
Esto puede ser las 10.000 y una noches...
ResponderEliminarPero efectivamente el petróleo ha envenenado el mundo desde que se descubrió.Si esto es el progreso que lo paren que me bajo.
Bueno, poquito a poquito vamos avanzando, no como los criadores de camellos que llevan con la misma vestimenta desde entonces, jajaja...
ResponderEliminarMuy bueno, Leona. Me gusta cómo narras, haces que la lectura sea amena y ágil.
Hoy te agradezco que el relato haya sido corto, porque tengo un follón en la casa de mil pares de huev...
Un beso.
Gracias, Tellagorri.
ResponderEliminarLa verdad es que hay varias historias mías publicadas en la red, pero nadie las ha descubierto, je je je... Eso sí, gustan porque alguien ha hecho burdas imitaciones.
Caramba, Jesús, con mil y una ya es suficiente; si tengo que pasarme nueve mil más dándole a la tecla, supondrá que no hay manera de derrocar al maharajá de Hispanistan. Y en este caso, lo más seguro es que ya no se me permita teclear ni para pedir hora al médico.
ResponderEliminarTen en cuenta que el estilo es de cuento infantil, si escribo un relato erótico no iba a ser así, je je je...
ResponderEliminarBesos, Elena.
Venga, Dña. Leona La Fiera, díme dónde están tus cuentos publicados para meterles leña crítica.
ResponderEliminarYa sé que, aparentando ser una Fiera brava, eres sensible y emocional con un corderillo recental, aunque tendré mucho cuidado de no meterte un dedo en la boca. Por si las flais.
¡Ja ja ja!
ResponderEliminarEn público no. Déjame tu correo aquí, ya que la moderación de comentarios no permitirá que sea visto, o pide el mío a Javier o a Esveritate.
De todas maneras, esos relatos los escribí para mí sola, están firmados bajo otros nicks que nadie sabe que son míos, excepto unos pocos amigos de confianza.
Al que ya sabe: pensaré lo que dices. De todas maneras, no abandono nada, llevo media tarde intentando redactar sobre lo habitual, pero es que todas las noticias son tan idiotas, absurdas y sobretodo, repetitivas, que no me inspiran ninguna opinión porque sería más de lo mismo.
ResponderEliminarEscribes cada vez mejor. Te sigo. :)
ResponderEliminarSaludos, enhorabuana por la historia, esperamos la continuación.
ResponderEliminarQue tengas unas Felices Fiestas con mucha salud y suerte. Un abrazo desde tierras Canarias.
Feliz Navidad compañera que este nuestras vidas estén llenas de esperanza, ilusión y trabajo. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarGracias, Dixi, celebro que te guste.
ResponderEliminarMuchas gracias, Cristóbal, por tu opinión y buenos deseos.
ResponderEliminarBuena suerte también para ti y un abrazo.
Feliz Navidad, querido Universitario, y que tus deseos se cumplan.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte, amigo.